El Vaticano confirmó esta mañana el fallecimiento de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, a los 88 años. El deceso se produjo a las 7:35 (05:35 GMT) en el Palacio Apostólico, tras una prolongada convalecencia luego de ser hospitalizado por una neumonía grave. Un día antes, Francisco había presidido la misa de Pascua y ofrecido desde el balcón de la basílica de San Pedro un último mensaje de aliento a los fieles, llamando a la “libertad de pensamiento y a la tolerancia”.
Miles de peregrinos y residentes vaticanos acudieron de madrugada a los alrededores del Hospital Gemelli, donde el pontífice pasó casi seis semanas, para encender velas y depositar flores. En Roma, se han convocado vigilias de oración que continuarán hasta el funeral, que se espera tenga lugar el próximo miércoles en la plaza de San Pedro, bajo la presidencia del decano del Colegio Cardenalicio.
En un comunicado leído por el cardenal Kevin Farrell, el Vaticano subrayó que toda la vida de Francisco “estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia”. Tras agradecer las innumerables muestras de cercanía y oraciones de todo el mundo, las autoridades eclesiásticas anunciaron que este martes comenzará el cónclave que elegirá a su sucesor. Hasta entonces, las audiencias públicas quedan suspendidas y la sede apostólica permanecerá bajo la custodia del colegio cardenalicio.
Reacciones y legado
Diversas Iglesias nacionales han convocado misas de desagravio y se han decretado días de duelo. En Buenos Aires, la Catedral Metropolitana abrió sus puertas para que cientos de fieles puedan despedir sus cenizas una vez trasladadas a la Argentina, tal como era el deseo del pontífice. Gobiernos de América Latina, Europa y Asia han expresado sus condolencias, reconociendo en Francisco un líder mundial que supo combinar su autoridad religiosa con un fuerte compromiso social y diplomático.
Durante su pontificado, Francisco destacó por su estilo cercano: vivió en la residencia de Santa Marta, cenaba con cardenales y rechazó el uso de vehículos oficiales de lujo. Impulsó la reforma de la Curia, fortaleció la transparencia financiera del Vaticano y creó el Consejo de Cardenales para asesorarlo en la dirección de la Iglesia universal. A lo largo de estos doce años, publicó tres encíclicas y cinco exhortaciones apostólicas que marcaron debates teológicos y sociales: desde la justicia climática hasta la reforma de la familia.
Cronología de un pontificado inesperado
- 17 de diciembre de 1936: Nace en Buenos Aires, hijo de inmigrantes italianos. Su abuela Rosa y su familia le transmiten la fe.
- 1960–1969: Ingresa al noviciado de la Compañía de Jesús; estudia química, filosofía y teología en Córdoba y San Miguel.
- 13 de diciembre de 1969: Ordenado sacerdote; enseña y ejerce cargos de formación en instituciones jesuitas.
- 1973–1979: Provincial de los jesuitas en Argentina; coordina la obra de más de 700 religiosos en tiempos de intensa agitación social.
- 1980–1986: Rector del Colegio Máximo de San Miguel, centro universitario de la orden.
- 1992: Nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires por Juan Pablo II; comienza su vinculación estrecha con la arquidiócesis.
- 1998: Asume como arzobispo de Buenos Aires, sucediendo al cardenal Antonio Quarracino. Implementa la Pastoral Villera, acercándose a los barrios más pobres.
- 21 de febrero de 2001: Creado cardenal; participa como relator en el sínodo tras el 11-S y, en 2007, redacta el documento final de Aparecida, genuino germen de su pontificado.
- 13 de marzo de 2013: Elegido papa en el cónclave, adopta el nombre Francisco en homenaje a san Francisco de Asís y a su opción por los pobres.
- 2013–2025: Realiza más de 40 viajes internacionales; celebra el Jubileo de la Misericordia (2015); publica las encíclicas Lumen Fidei, Laudato si’ y Fratelli tutti; nombra a 138 cardenales de 94 países, reforzando la representatividad global de la Iglesia.
- 23 de marzo de 2025: Deja el hospital tras 38 días internado; preside, con evidente esfuerzo, la misa de Pascua y la bendición “Urbi et Orbi”.
- 20 de abril de 2025: Fallece a los 88 años, concluyendo un pontificado marcado por la humildad, la defensa de los más vulnerables y un renovado impulso misionero para la Iglesia.
Su figura dejará una huella imborrable: un pastor que, desde la periferia de América Latina, llegó a liderar la comunidad católica más grande del mundo, llevando su mensaje de fraternidad, justicia y cuidado de la creación a todos los rincones del planeta.