Toto en la cuerda floja: los libertarios se devoran entre sí por el dólar

Lucas Llach, alfil de Sturzenegger, dinamitó las negociaciones de Caputo con el FMI al anticipar una devaluación inminente. El gobierno de la motosierra no encuentra la salida y la interna se vuelve carnicería.


Mientras Caputo juega al equilibrista para evitar una devaluación antes de octubre, Lucas Llach le tiró un piano por la cabeza. “El lunes hay nuevo esquema cambiario”, dijo, y desató el caos. El macrismo reciclado se pelea en la cima del gobierno libertario, y el FMI toma nota.

La puñalada por Twitter
Todo empezó con un tuit. Una pregunta en clave de mercado sobre la aprobación del acuerdo con el FMI y la posibilidad de un nuevo régimen cambiario. Y la respuesta venenosa de Lucas Llach, ex vice del Banco Central y mano derecha histórica de Federico Sturzenegger: “Diría que sí, si todo eso va bien”. Traducción: se viene la devaluación.

No fue un error. Llach sabe perfectamente lo que genera un comentario así. No es un pibe tuitero más. Es uno de los cerebros técnicos del macrismo que ahora juega desde las sombras en el gobierno de Milei, empujando la agenda de su jefe: liberar el dólar y dejar caer a Caputo.

Un gobierno en guerra consigo mismo
El episodio expuso la interna brutal que carcome al oficialismo. De un lado, Caputo y Bausili, aferrados al control del tipo de cambio como tabla de salvación electoral. Del otro, Sturzenegger y sus muchachos, que quieren flotación, devaluación y una liberalización a lo shock. Dos líneas irreconciliables que se cruzan a los codazos en el ring del FMI.

Sturzenegger aprovechó la corrida y el fuego cruzado para despegarse públicamente de Llach. Dijo que “hace meses no lo asesora”. Pero nadie se lo creyó. Menos los trolls libertarios, que salieron a lincharlo en X como si fuera funcionario, pidiendo su renuncia a un cargo que no tiene. El gobierno se enreda en sus propias mentiras y en la paranoia del ajuste.

El FMI, el árbitro que juega su propio partido
Mientras tanto, el Fondo Monetario sigue marcando la cancha. El acuerdo de 20 mil millones de dólares está cerca, pero no hay detalles sobre las condiciones. Trascendió que el organismo exige un salto devaluatorio inicial y luego flotación entre bandas. Caputo ruega que lo dejen postergar todo hasta después de las elecciones. Pero la presencia del secretario del Tesoro yanqui, Scott Bessent, indica que la revisión ya empezó.

Todo el mundo financiero sabe que el crawling peg no da para más. El mercado ya ajustó precios como si la devaluación estuviera firmada. El único que no se enteró es Caputo, o al menos finge no saberlo mientras le vende humo a Milei.



El ministro estrella del macrismo reciclado ya no controla ni su relato. Sus enemigos están adentro del gobierno, y el FMI aprieta el botón rojo. La pregunta no es si habrá un nuevo esquema cambiario. La pregunta es quién va a quedar en pie cuando explote.

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