El 23 de marzo cayó la moratoria previsional. Mientras el Gobierno guarda silencio, la oposición forzó el debate con 21 proyectos y busca blindar los votos para esquivar el veto presidencial.
El reloj corre y la calle no espera
Tras meses de parálisis institucional, el Congreso abrió finalmente el debate previsional. El disparador: la caída de la moratoria que permitía jubilarse a quienes no llegaban a los 30 años de aportes. La oposición presionó, José Luis Espert cedió, y ahora el plenario de comisiones tiene plazo hasta el 6 de mayo para dictaminar. Afuera, miles de jubilados y columnas de la CGT respaldaron el reclamo: “las jubilaciones no alcanzan”.
La historia de una demora calculada
La caída de la moratoria previsional, el pasado 23 de marzo, dejó a miles de personas en un limbo administrativo. Cumplen la edad, no tienen los aportes. Y mientras la dignidad se convierte en pancarta, el oficialismo miró para otro lado. Hasta ahora. Gracias a un emplazamiento votado por la Cámara baja, la oposición obligó a que el plenario de las comisiones de Presupuesto y Previsión Social se reúna. Y se reunió.
El libertario José Luis Espert, presidente de la comisión de Presupuesto, debió habilitar un debate que venía cajoneando. Lo hizo sin entusiasmo. Pero la presión fue más fuerte. También la calle: las protestas de jubilados ganaron músculo con el apoyo de sindicatos y hasta de hinchadas de fútbol. La imagen de ancianos reprimidos bajo las órdenes de Patricia Bullrich no ayudó a sostener el relato oficial de “ajuste virtuoso”.
Silencios oficiales, proyectos opositores
La primera reunión fue informativa. Pero la batería de propuestas ya está sobre la mesa: 21 proyectos que van desde la prórroga de la moratoria por dos o diez años, hasta un sistema proporcional para quienes aportaron parte de su vida laboral. También un refuerzo extraordinario del bono previsional para recomponer haberes arrasados por la inflación.
La diputada Gabriela Brouwer de Koning (UCR) dio el puntapié inicial: habló de informalidad, envejecimiento y urgencias. Del otro lado, el oficialismo eligió el silencio. Ninguna voz de La Libertad Avanza intervino en el debate. La diputada Alejandra Torres (Córdoba) agitó el fantasma de los aportantes “en regla”, mientras Julia Strada (UxP) respondió con números duros: el sistema llegó a financiarse un 95% con aportes propios en 2011, pero cayó al 54%. “La desfinanciación es estructural, no culpa de los jubilados”, explicó. El Gobierno, otra vez, ausente.
El veto como amenaza, el Congreso como trinchera
La estrategia opositora apunta alto: alcanzar los dos tercios para blindar los proyectos frente a un posible veto de Milei. Ya lo hizo antes. Hace un año vetó una ley de recomposición previsional y se sostuvo con su famoso “tercio de hierro”.
Ahora buscan evitar ese escenario. Nicolás Massot lo resumió con claridad: “El oficialismo nos lleva a una vetocracia. Necesitamos leyes con espalda para resistir”. Su discurso evitó el tono partidario, pero deslizó un movimiento de pinzas: ir a buscar votos al PRO y a la UCR, aprovechando las fisuras que dejó la pelea por la Ciudad.
Mientras adentro se discuten leyes, afuera se gritan verdades. Las columnas de la CGT rodearon el Congreso y le pusieron cuerpo al reclamo. Esta vez sin incidentes, pero con una advertencia clara: el ajuste no se negocia, se resiste.
¿Quién va a explicarles a los que dieron toda su vida que no les alcanza para vivir?