La Justicia dejó en libertad a 20 integrantes de una sospechosa secta rusa en Bariloche, pero su líder, Konstantin Rudnev, permanece detenido por trata de personas.
El juez Gustavo Zapata ordenó la liberación bajo estrictas condiciones: los 19 mujeres y un hombre no podrán abandonar Argentina durante un año y deberán reportarse semanalmente ante la Policía Federal. Además, tienen prohibido acercarse a la víctima clave del caso: una joven rusa que llegó embarazada al hospital local.
Mientras tanto, Rudnev sigue encerrado en el temible penal de máxima seguridad de Rawson, Chubut. Las autoridades lo señalan como el cerebro detrás de una red de explotación que buscaba radicarse en Argentina y Brasil.
El fiscal Fernando Arrigo fue contundente: “El líder usó esta organización criminal para cometer trata de personas, en especial contra una mujer de 22 años a la que querían usar para obtener documentos argentinos”.
Las investigaciones revelaron que el grupo llegó a Bariloche el 26 de octubre y rápidamente alquiló múltiples propiedades y vehículos de alta gama. “Tenían una capacidad económica inusual para turistas comunes”, destacó Arrigo.
Testigos del caso describieron comportamientos extraños: reuniones nocturnas, aislamiento de algunas mujeres y un control absoluto de Rudnev sobre sus movimientos. “No hablaban con nadie, parecían seguir órdenes”, declaró un vecino.
Las autoridades no descartan que haya más víctimas ocultas. Interpol ya rastrea posibles vínculos con otras redes similares en Europa del Este.
¿Liberaron a cómplices peligrosos o solo a víctimas engañadas? El misterio de la secta rusa recién comienza.