Acto en la Escuela Julio Cornejo de Campo Santo en conmemoración de Gertrudis Medeiro, heroína en la lucha por la Independencia. Estuvieron presentes el Intendente Mario Cuenca, el Secretario de Gobierno del municipio de Trancas (Tucumán) y el poeta camposanteño Ricardo Nallar, entre otras personalidades. Emotivo y sencillo acto.
La comunidad de Campo Santo brindó un homenaje a Doña Gertrudis Medeiros de Fernández Cornejo, en la fecha de su natalicio. Fue una mujer que encabezó heroicas acciones en la lucha por la Independencia.
Doña Gertrudis nació un 9 de abril de 1780 en Salta. Se casó con Juan José Fernández Cornejo, hijo del fundador del ingenio San Isidro, coronel Fernández Cornejo y Rendón. Al poco tiempo enviudó. Cuando Belgrano pasó por sus tierras, primero con destino a Jujuy y luego en retroceso con el histórico Exodo Jujeño, ella decide colaborar con el ejército patriota.
Los realistas tomaron sus propiedades, la detuvieron por colaborar con la revolución, la trasladaron a Salta e instalaron un cuartel general en sus tierras.
Belgrano pasó cerca de Campo Santo, de regreso de Tucumán con destino a Salta para enfrentar a Pío Tristán en la gran Batalla de Salta, en la que lo derrotó, el 20 de Febrero de 1813. Un día después de esta batalla, el propio Belgrano puso en libertad a doña Gertrudis.
Con un improvisado ejército de peones, Gertrudis, les hizo frente pero fueron fácilmente derrotados. A modo de escarmiento, la mujer fue atada por varios días a un gran algarrobo.
Días después fue llevaba descalza y con grilletes en los pies hasta Jujuy. Allí permaneció prisionera, sin embargo continuó colaborando con la causa y realizando tareas de espionaje. Escribiendo a oscuras y dejando el mensaje en la corteza de los árboles informó al general Martín Miguel de Güemes sobre los movimientos de los realistas y de todo lo relacionado con su armamento. Esta fue una información valiosísima en la guerra de guerrillas.
El último destino que el ejército godo tenía previsto para Gertrudis era un socavón (mina de cobre o palta) en Bolivia, lugar de donde seguramente no saldría con vida. Pero pudo escapar antes de ser trasladada y regresó a Campo Santo. Con mucho pesar vio que todo estaba destruido, tomó a sus dos hijas y se marchó perdiéndose en la historia.
Nadie sabe sobre su destino ni cuando murió, solo quedó la heroicidad puesta de manifiesto por una causa que años después se transformaría en una nación libre.