Paradigmas de la negación y la afectación periodística

El conductor Tomás Méndez, en su programa radial Vuelta de Rosca, utilizó el micrófono para desparramar una serie de aseveraciones dignas de ser contrastadas en forma minuciosa con la realidad.

En su monólogo matinal, Mendaz difunde, con la impostura de un investigador periodístico riguroso, una serie profusa de afirmaciones concentradas en tres áreas: la historia militante de Horacio Verbitsky, su vínculo con el CELS y un supuesto interés pecuniario del director de El Cohete en avalar la vacuna Pfizer. Respecto a la primera dimensión, asevera que era supuestamente “de Montoneros” cuando esa participación ha sido reconocida no sólo por HV sino por los jefes de esa organización, muchos de los cuales siguen vivos y certifican su pertenencia. Más adelante consigna que “en la SIDE, HV, figura[ba] como servicio de inteligencia”. Sin embargo, no existe en ningún documento desclasificado desde 1983 hasta la actualidad –ni en los liberados por la actual interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Cristina Caamaño– ninguna referencia, ni siquiera nimia, respecto a esa aseveración.

La operación de difamación de Levinas, planificada en 2014 por el Grupo Clarín como parte de una campaña desembozada para garantizar el triunfo de la derecha en 2015, no logró traspasar el umbral de lo escolástico e inquisitorial: Güiraldes negó la acusación y el propio ex jefe aeronáutico de la dictadura, en un reportaje con el Buenos Aires Herald, desestimó la versión desparramada por Levinas de que HV fuese su asistente lexical durante su faena criminal a cargo de la Fuerza Aérea. Tampoco tuvieron suerte quienes consignaron que los apuntes de los discursos castrenses –supuestamente manuscritos por HV– podían ser acreditados a su persona: los peritajes profesionales comparados efectuados para cotejar la letra fidedigna de Verbitsky respecto a las exhibidas en los anexos del libro de Levinas demostraron ser disímiles.

Mendaz agrega, en su perorata radial, que este último integró, además de la SIDE, la inteligencia de la aeronáutica. Y en la cumbre del relato conspiranóico vincula al director de El Cohete con la inteligencia británica. “El soft que se utiliza para detectar los barcos que entran en aguas argentinas es inglés”, testifica sin ruborizarse. Sus conjeturas no parecen ser confiables: nuestro país carece de sistema de detección propio a nivel marítimo. No posee ni sensores ni radarización. El macrismo interrumpió los convenios llevados a cabo con el INVAP, que hubiesen permitido entre 2015 y 2020 acceder a los mismos.

 

 

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