Los involucrados en el crimen de Kim. ¿Como operan los delincuentes menores de edad?

Uno de los detenidos por el asesinato de la niña que fue arrastrada tratando de escapar de quienes robaron el auto de su madre, será indagado hoy por la fiscal Carmen Ibarra


T.G., de 17 años, el principal detenido por el asesinato de Kim Gómez, muerta durante el robo al Fiat Palio de su madre, será indagado por la fiscal Carmen Ibarra hoy jueves por la mañana. Su propio padre lo entregó a la Policía Bonaerense. “Es una mierda de persona”, dijo después sobre su hijo ante una cámara de televisión. Pidió que no salga, tanto T. como N., su cómplice de 14 años, detenido también.

Son varias las pruebas que recaen sobre los menores de edad. Desde las pruebas fílmicas hasta las declaraciones de los testigos que vieron como estos delincuentes arrastraron a la niña y hasta intentaron lanzarla por la ventana.

Mañana viernes, T.G. enfrentará su audiencia de prisión preventiva. Su cómplice de 14 años de edad hará lo propio con respecto a su encierro en un centro de contención de menores del Gobierno bonaerense, requerido por la fiscal Ibarra, cabeza de la UFI de menores N°3 platense. Por su edad, dado el Código Penal vigente, no podrá ser condenado

Antecedentes

Otra joven denunció haber sido asaltada por el adolescente de 17 años. Todo ocurrió hace menos de un mes y, pese a que la Policía Bonaerense lo había capturado, lo volvieron a dejar en libertad junto a otros tres cómplices.

La vinculación entre los actores del hecho

Las direcciones que dejaron asentadas en la comisaría se volvieron un dato interesante. Cuatro personas eran oriundas de Altos de San Lorenzo, vivían separados por no más de seis cuadras de distancia. Lo mismo para N., su presunto cómplice en el crimen de Kim: vive a dos cuadras del domicilio registrado de T.G.. Son ladrones nóveles para la escala platense de la delincuencia juvenil: imputados como “Los Hermanos Macana”, habitués de las comisarías céntricas, suman más de 35 arrestos cada uno.

Son chicos, en su mayoría en situación de calle, sin un DNI en su bolsillo o siquiera recordar su número, que siguen un patrón que aumenta en su intensidad: comienzan con robos de kioscos, robos de motos, luego escruches en casas, armados a veces con pistolas de mentira, fierros atados con cinta aisladora. Algunos van a institutos de menores, a veces se fugan. La inmensa mayoría sale automáticamente de la comisaría a la calle: se detuvieron a chicos de 7 y 9 años. Pero que lleguen al homicidio, tal como T.G. y su vecino N., es inusitado. Rara vez uno va de “cero a cien” en la escala criminal.

 

 

 

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