Ayer se cumplieron 50 años de la muerte de Martin Luther King

El 4 de abril de 1968, el pastor de iglesia se asomó al balcón del motel Lorraine de Memphis, uno de los pocos que acogía a negros. Lo alcanzó un disparo y una hora después estaba muerto.

Caía la tarde en Memphis cuando Martin Luther King se asomó al balcón del motel Lorraine, uno de los pocos que acogía a negros. King solía quedarse allí y ocupaba la habitación 306. Mientras estaba en el balcón le alcanzó un disparo. Una única bala. Eran las 18.01 y una hora después estaba muerto. El luchador, la esperanza de millones de negros, había muerto. Un asesinato por el que fue condenado James Earl Ray, un racista.

Martin Luther King Jr. nació el 15 de enero de 1929 en Atlanta, en el estado norteamericano de Georgia. Su madre era profesora y su padre, predicador. Cuando King escribió sobre su infancia contó que los dos acontecimientos que más le marcaron en aquella época fueron la muerte de su abuela y su primera experiencia con la segregación racial.

Desde que tenía tres años contaba con un amigo de su misma edad que era blanco. Con seis años fueron a la escuela, pero a colegios diferentes. Él fue a una de negros; su amigo, a una de blancosY el padre de su amigo prohibió todo contacto entre ellos. Eso le impactó sobremanera, según relató King.

De joven estudió y comenzó siendo predicador en Montgomery, en Alabama, donde se casó con su novia de siempre, Coretta Scott Williams, y tuvo cuatro hijos.

Su andadura hasta convertirse en icono del movimiento de los derechos civiles comenzó en 1955, cuando Rosa Parks, una mujer negra, se negó en Montgomery a ceder su asiento en el autobús a un blanco. Fue detenida y se produjeron protestas.

Los afroamericanos boicotearon los autobuses de transporte público, en una iniciativa liderada por King. Estas acciones de boicot consiguieron eco mundial y concluyeron con una victoria: el Tribunal Supremo declaró inconstitucional la división de zonas según el color de la piel en los autobuses de la ciudad.

Aquella acción convirtió a King en una persona conocida en todo el país. Su capacidad para la oratoria le ayudó a que las protestas se replicasen en todo Estado Unidos. El punto álgido fue en agosto de 1963 con la Marcha sobre Washington, cuando se manifestaron más de 250.000 personas, entre ellas también blancos. “Tengo un sueño”, dijo entonces a la multitud King, en un discurso en el que abogaba por la igualdad entre negros y blancos.

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