Salta – Murió la niña wichi de Pacará que fue abusada y embarazada

Suele ocurrir en la práctica que las teorías sobre los derechos de la infancia se empantanan en el barro de los abusos, de la violencia, del silencio que siempre termina aullando las injusticias en un tono tan doloroso como irreparable.

En el Chaco salteño hay mucha infamia escondida y que se esconde. A raíz de esto, la comunidad wichi Pacará, ubicada 40 kilómetros al este de Tartagal, llora la muerte de la niña mártir de 13 años que fue abusada; que cursó ocho meses de un embarazo que no eligió; que soportó la peligrosa hipertensión gestacional, llamada preeclampsia, sin ningún control médico y en condiciones de nutrición lamentable; que fue a parar a una camilla de emergencias del hospital de Tartagal con contracciones donde, finalmente, le sobrevino la eclampsia con sus convulsiones arteras que la voltearon de la camilla, haciendo que el bebé perdiera la vida en el acto tras una cesárea urgente y ella quedara con muerte cerebral hasta ayer.

Todo ese calvario con solo 13 años de edad.

En realidad la vida de esta niña terminó el día en que comenzaron los abusos sexuales sin que nadie los denunciara en su defensa. Ni la familia, ni los agentes sanitarios, ni las autoridades de la comunidad Pacará, ni los concejales de Tartagal, ni los docentes de la Escuela N´ 4276… nadie notó su edad ni su panza; nadie le tendió una mano para salvarla del abismo.

Víctima de la indiferencia colectiva, esta niña mártir, castigada por existir, por ser indígena, por ser pobre, es el espejo en el que ningún miserable quiere mirarse. Marginada de su derecho a ser niña, luego de la violación también fue marginada de su derecho a acceder a la interrupción legal del embarazo (ILE), lo que le hubiese salvado la vida.

Ella, tristemente, solo pasará a engrosar las cifras de las madres niñas salteñas y la estadística de las muertes por eclampsia, la primera causa de muerte materna.

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