Una nueva controversia sobre el SARS-CoV-2 sacudía el pasado fin de semana las redes sociales. Según algunas personas, incluido el profesor Luc Montagnier, ganador del premio Nobel de Medicina en 2008 por su descubrimiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el SARS-CoV-2 habría sido diseñado por el hombre y contendría algunos genes del VIH -1.
En el canal francés CNews, el investigador declaró que: “llegamos a la conclusión de que hubo manipulación en torno a este virus. A una parte, no a todo el coronavirus del murciélago, alguien agregó secuencias, en particular del VIH, el virus del SIDA. No es natural. Es el trabajo de profesionales, de biólogos moleculares. Un trabajo muy meticuloso ”. Innumerables personas se hicieron eco de esta noticia el viernes 17 de abril de 2020.
La teoría de la combinación del virus de la COVID-19 y el del sida
Seguramente todos los que trabajamos con virus nos hemos preguntado alguna vez si un virus o una bacteria serían agentes eficaces para la guerra biológica. Seguro que los que más nos suenan son el ántrax, el tifus o el ébola. ¿Y si fuera posible crear un virus que tuviese las características infecciosas del catarro común o la gripe y además la letalidad del ébola o del SIDA? ¿Podría ser que lo diseñaran en el Instituto de Virología de Wuhan, que se contagiase alguien, luego se fuese a tomar unos pinchos al mercado de al lado y lo transmitiese a miles de conciudadanos y, después, a toda la humanidad?
En todas las películas de catástrofe aparece un científico que avisa de la que se nos viene encima, no le hacen caso y pasa lo que pasa. Normalmente el científico muere al principio de la película y no sale diciendo: “te lo dije”. Porque para eso están los héroes guapos que salvan a la humanidad.
Siendo rigurosos, ¿qué sabemos hasta hoy? ¿Se han encontrado secuencias de nucleótidos del VIH-1 en el genoma del SARS-CoV-2? Hay que reconocer que muchos científicos se plantearon esta posibilidad en un primer momento, porque un virus que provoca una elevada mortalidad combinado con un virus respiratorio altamente infeccioso sería una auténtica bomba biológica.
Esta idea se descartó rápido. Concretamente a mediados de febrero se publicó un trabajo en el que desmontaba esta hipótesis.
En este trabajo se analizaba otro artículo que se había publicado como preprint (es decir, que aún no había sido revisado por pares) que afirmaba que SARS-CoV-2 tenía cuatro inserciones en el gen de la proteína que el virus usa para entrar en las células diana que eran idénticas o similares a los motivos de las regiones altamente variables de la glicoproteína de la envuelta o la proteína Gag de algunas cepas únicas del virus del sida (VIH-1). Junto con el análisis de modelado de estructura, los autores especulaban con que estas inserciones del VIH podrían proporcionar al nuevo coronavirus una mayor afinidad hacia los receptores de las células y aumentar el rango de células a las que podía infectar.
Aquel estudio implicaba que SARS-CoV-2 podría haberse generado con fragmentos de genes del genoma del VIH-1, si bien los propios autores no apuntaban explícitamente esta posibilidad.