Nació en Rusia, pero luchó para Alemania en la Primera Guerra Mundial. Tras afiliarse al Partido Comunista de la URSS, comenzó un paciente trabajo de espionaje que terminó abruptamente durante la Segunda Guerra.
Richard Sorge llegó a Tokio en 1933. Como buen ciudadano alemán, lo primero que hizo fue presentarse en la embajada de Alemania como corresponsal de prensa. Sus credenciales eran intachables. Representaba al Frankfurter Zeitung. uno de los últimos periódicos en sucumbir al dominio nazi, y todavía se consideraba como el mejor diario del Tercer Reich. Además, Sorge llevaba recomendaciones de otros dos periódicos muy conocidos: una revista financiera de Berlin y un diario holandés, el Algemeen Handelsblad, de Amsterdam.
Richard Sorge, el maestro de espías
El periodista era alto, elegante y buen mozo, ojos azules y prominentes pómulos. Tenía 37 años, era un notorio mujeriego y empedernido bebedor. También, desde hacía mucho tiempo, era un espía soviético profesional, miembro de la Sección Cuarta (información militar) del Ejército Rojo. Bajo el disfraz de periodista alemán, iba a protagonizar una de las operaciones de espionaje más extraordinarias de todos los tiempos. Con el tiempo lo llamarían “maestro de espías”.
Sorge había nacido en Rusia. Su madre era rusa y su padre, un ingeniero alemán que trabajaba para una empresa petrolera del Cáucaso. Cuando Richard tenía tres años de edad, la familia se trasladó a Berlín donde él cursó la primaria y comenzó la secundaria que debió dejar inconclusa porque fue alistado en el ejército alemán cuando comenzó la Primera Guerra Mundial. En combate, fue herido tres veces y durante sus convalecencias leyó con avidez escritos de izquierda. Al terminar la guerra, se había convertido en un marxista convencido.
Se graduó en Ciencias Políticas en la Universidad de Hamburgo, y se inscribió en el partido comunista alemán. Fue minero del carbón, agitador, profesor y periodista. En 1924. organizó una oficina de Información Militar en Moscú, se dio de baja en el partido comunista de Alemania para afiliarse en el de la Unión Soviética y secretamente se hizo ciudadano de la URSS Fue enviado por el Ejército Rojo a Shanghai para dirigir operaciones de espionaje y en 1933 Moscú le encargó igual misión pero en Japón con la fachada de periodista alemán.
Sorge en Tokio
Sorge volvió a Alemania, donde fue admitido en mitines políticos y en los ambientes abrumados de esvásticas, uniformes nazis y marchas de los “camisas pardas” de Hitler o las Sturmabteilung (SA), el primer grupo militarizado nacionalsocialista. Obtuvo cartas de presentación para personajes influyentes de Tokio y se comprometió a enviar crónicas al Frankfurter Zeitung, a dos diarios de Berlin y a la revista Zeitschrift fur Geopolitik. Hizo la solicitud de ingreso al partido nazi. Ya estaba listo para espiar en Japón a favor de la Unión Soviética.
Richard Sorge no perdió tiempo y de entrada hizo amistades en la colonia alemana de Tokio, conquistó los favores de los empleados de la embajada, concurrió a las funciones del Club Alemán y la Cámara Alemana de Comercio, y la Sociedad Alemana de Asia Oriental, de Tokio. Compró una formidable colección de obras de historia, economía, cultura y política japonesas, y escribía despachos que lo caracterizaban por su perspicacia y buena información.
No quiso escapar al atractivo de los bares y se destacó como un bebedor extraordinario. Atraía hipnóticamente a las mujeres, las conquistaba con elegancia y las abandonaba sin dejar resentimientos. Moscú le permitió realizar esta vida durante dos años, hasta que se asentara, y le prohibió en ese lapso realizar ninguna tarea de espionaje.
Su organización de espionaje tuvo a tres colaboradores, un alemán conocido como “Bernhardt”, que estaría encargado de las comunicaciones clandestinas; un joven yugoslavo llamado Branko de Voukclitch, que era fotógrafo de una revista francesa; y el tercero fue Miyagi Yotoku, un artista de 30 años, que había emigrado a California a los 16 años de edad y allí se habla afiliado al partido comunista. Luego se incorporaría Ozaki Hotsumi, periodista, un viejo conocido de Sorge.