Precios sin freno: PyMEs salteñas bajo presión

Tras el fin del cepo cambiario, proveedores ya remarcaron un 30%. Mientras Caputo celebra “confianza en los mercados”, las pequeñas empresas temen no llegar a fin de mes.


La salida del cepo cambiario ya tiene su primera víctima visible: las PyMEs. En Salta, los proveedores aplicaron aumentos del 30% de manera inmediata, empujando a comerciantes y productores a una carrera contra la inflación futura. El gobierno habla de “libertad económica”; en los locales, reina la incertidumbre.

Origen del conflicto

La medida fue anunciada con tono triunfal por el ministro de Economía, Luis Caputo, quien aseguró que la salida del cepo cambiario era “inevitable y saludable”. Lo que no dijo es que esa “salud” tendría efectos secundarios inmediatos. En menos de 24 horas, proveedores de distintos rubros enviaron nuevas listas de precios con incrementos del 30%, generando un efecto dominó que empezó a golpear a los eslabones más débiles de la cadena: las pequeñas y medianas empresas.

Desde la Cámara PyME de Salta, su tesorera Miriam Guzmán fue tajante: “Los proveedores ya remarcaron. Y no es casualidad. Anticipan una devaluación que todavía no ocurrió, pero que todos dan por hecha. La remarcación es preventiva, casi defensiva. Pero en el medio quedamos nosotros”.

Respuesta institucional

Mientras los precios se disparan y las PyMEs se desangran, el discurso oficial mantiene un tono celebratorio. El gobierno asegura que las medidas traerán estabilidad a mediano plazo, pero no da respuestas concretas para el ahora. “Estamos generando confianza”, dicen desde Hacienda. Sin embargo, la confianza no paga sueldos ni cubre los márgenes devorados por la especulación.

La brecha entre relato y realidad se amplía. El mismo Estado que promete crecimiento a futuro, hoy admite que ha perdido herramientas clave para intervenir en el mercado. La capacidad de control, la recaudación fiscal y hasta la posibilidad de planificar políticas públicas se ven reducidas por una economía que corre a ciegas, pero a toda velocidad.

Impacto humano

En Salta, la crisis se palpa en las calles. Comerciantes chicos, almaceneros de barrio, productores textiles y talleres familiares se enfrentan a una tormenta que los toma sin paraguas ni salvavidas. “Todos especulan —dice Guzmán—, desde el ama de casa hasta el gran empresario. Pero los grandes ganadores no están acá. Están afuera. Son capitales extranjeros que compran barato lo que nosotros ya no podemos sostener.”

El impacto no se mide sólo en porcentajes. Se mide en persianas bajas, en locales vacíos, en changarines que ya no consiguen changas. En lo que va del gobierno de Javier Milei, 10.000 PyMEs cerraron sus puertas. Diez mil historias truncas. Diez mil laburos menos. Diez mil proyectos que no resistieron el “ajuste necesario”.

“Hay dos Saltas”, resume Guzmán. “Una que crece al ritmo de las grandes inversiones, y otra que se empobrece cada vez más. Esa brecha es cada vez más grande. Y nadie la está mirando.”


Mientras el gobierno celebra la “salida del cepo” como un acto de liberación económica, en el interior del país las PyMEs sienten que las están empujando al abismo. Un modelo que promete eficiencia, pero deja a la mitad del país sin margen ni oxígeno.

¿Cuánto puede resistir una economía que deja afuera a quienes la sostienen desde abajo?

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