En un país donde el precio de la carne se ha convertido en un lujo inaccesible para miles de familias, el reciente banquete millonario celebrado en la Quinta de Olivos marca un nuevo hito en la ya polémica gestión de Javier Milei. Un asado de más de 300 millones de pesos en carnes y pescados, que contrasta de manera brutal con la realidad que atraviesan millones de argentinos, especialmente en un año en el que el consumo de carne ha alcanzado su mínimo histórico.
La responsable de este derroche es nada menos que Karina Milei, hermana del presidente, quien se encargó de las compras para este evento ostentoso, que incluyó una larga lista de alimentos de lujo: pechugas de pollo, lomos, bifes de chorizo, entraña, cuadril, bondiola, pescados, entre otros. Las cantidades adquiridas superan con creces el consumo de cualquier ciudadano promedio, con más de 14 toneladas de carne que se compraron a precios escandalosos, mucho más altos que los del mercado. Esto, en contraste con los recursos destinados a políticas sociales y a las necesidades más urgentes de la población.
Este festín se desarrolla en un contexto económico y social complejo. El gobierno de Milei, que se presenta como el campeón de la austeridad y el combate contra el “despilfarro estatal”, da un mensaje contradictorio: austeridad para el pueblo, abundancia para los poderosos. Así, el asado de Olivos se convierte en un símbolo del incumplimiento de las promesas de austeridad, reflejando un derroche desafiante en medio de una crisis que afecta a los más vulnerables. Un evento que, más que una fiesta, parece un insulto para aquellos que ven cómo los precios de la carne y otros alimentos básicos se disparan, mientras los salarios y el empleo siguen cayendo.
El derroche no se limita solo a la cantidad, sino también a los precios exorbitantes de los productos. El kilo de pechuga de pollo se adquirió a 7.500 pesos, cuando en los supermercados de Buenos Aires su precio ronda los 5.999 pesos. La colita de cuadril, por su parte, costó 14.000 pesos el kilo, mientras que en las góndolas de los supermercados se encuentra a 9.399 pesos. Este tipo de compras no solo es un despilfarro, sino también un claro ejemplo de cómo las prioridades del gobierno están enfocadas en la ostentación, mientras los recortes en áreas clave como la educación, la salud y la ciencia golpean duramente a la población.
Más allá de la cifra millonaria, lo que realmente resalta es la falta de sensibilidad social de este tipo de decisiones. En un año en el que se han recortado fondos para áreas esenciales, como la educación y la salud, la realización de un asado tan opulento es una muestra palpable de desconexión con las necesidades urgentes de la gente. Mientras el gobierno se presenta como un ejemplo de austeridad y transparencia, este tipo de hechos demuestran lo contrario: una clase política que sigue disfrutando de privilegios mientras la mayoría de los argentinos lucha para poner la comida en la mesa.