La medicalización de la sociedad: Un negocio lucrativo que perpetúa la enfermedad

Por: Dr. Ramiro Salazar, médico epidemiólogo.

En los últimos años, hemos presenciado una creciente medicalización de la sociedad, donde la industria farmacéutica y la industria alimentaria han ganado un poder y una influencia sin precedentes en el mercado de la salud. Sin embargo, esta situación ha llevado a graves violaciones de derechos humanos y éticos, y ha generado un sistema que perpetúa la enfermedad en lugar de promover la salud.

El poder y la influencia de los actores dominantes en el mercado de la salud siguen intactos, a pesar de las graves violaciones de derechos humanos y éticos cometidas durante la cuarentena y la aplicación de ensayos experimentales. Según un informe de la OMS, la industria farmacéutica es responsable de la mayoría de los ensayos clínicos que se realizan en el mundo, lo que ha llevado a una creciente medicalización de la sociedad y a la conversión de la enfermedad en un negocio lucrativo. Estos “conquistadores” de la salud mantienen su prestigio y control, sin rendir cuentas por sus acciones.

La enfermedad se ha convertido en un negocio lucrativo para la industria farmacéutica, que aprovecha el miedo y la incertidumbre para generar riquezas. La viruela del mono, el coronavirus del murciélago y otras enfermedades raras se han convertido en herramientas para manipular y someter a las poblaciones. La medicalización de la sociedad y la creación de un estado del miedo constante son estrategias para controlar y coartar libertades.

El miedo constante tiene dos vertientes: el miedo a la enfermedad y el miedo a expresar disenso. Ambas reacciones son comprensibles, pero es importante encontrar un equilibrio entre la protección de la salud pública y la protección de las libertades individuales. La confianza en las autoridades de salud nacional e internacionales se ha visto afectada por la falta de transparencia y rendición de cuentas.
Un estudio publicado en la revista PLOS ONE encontró que la industria alimentaria es responsable de la mayoría de las enfermedades crónicas que afectan a la población(obesidad diabetes hipertensión arterial alergias y cáncer por mencionar algunas), lo que sugiere una estrecha relación entre la industria alimentaria y la industria farmacéutica en la creación de un ciclo de enfermedades. La publicidad de alimentos saludables resulta engañosa ante una realidad inobjetable que las etiquetas negras no resuelven. Recordemos a Hipócrates, el padre de la medicina quien dijo ” Que el alimento sea tu medicina”.

Es fundamental fortalecer las instituciones democráticas y promover la participación ciudadana para construir una sociedad más justa y equitativa. En cuanto a la salud, es importante considerar las necesidades y realidades locales, y no solo seguir directrices internacionales sin considerar el contexto local. La autonomía y la capacidad de decisión de los sistemas locales de salud son fundamentales para abordar de manera efectiva las necesidades de salud de la población.

Por otro lado, es notable la forma audaz en que algunos líderes llegan al poder, solo para ser reducidos a meros títeres frente a un poder omnímodo que los controla y tutela. A pesar de que las autoridades nacionales han reconocido a la OMS como la entidad líder en materia de salud, esta organización supranacional carece de mecanismos de control y transparencia efectivos, lo que le permite operar sin rendir cuentas por sus desaciertos o fracasos.

Nuestra democracia está siendo subvertida en materia de salud pública por una especie de monarquía supranacional, la Organización Mundial de Salud (OMS), una organización transnacional privatizada con más del 80% de su presupuesto solventado por la industria farmacéutica o entes relacionados, GAVI y Fundación Bill y Melinda Gates. Además de una oligarquía transnacional compuesta por los grandes laboratorios y farmacéuticas que han monopolizado el mercado de la salud. Esta situación tiene implicancias directas no solo en la salud, sino también en la economía y el desarrollo social de nuestra comunidad, ya que la imposición de agendas y restricciones obstaculizan el normal desenvolvimiento de nuestras actividades, afectando negativamente la calidad de vida y el bienestar de nuestra población.

Los medios masivos de comunicación son considerados socios imprescindibles para el poder, ya que generan y moldean el ambiente informativo, controlando la atmósfera y el clima de opinión pública. A través de ellos, se puede influir en la percepción de la realidad, moldear la agenda pública y dirigir la atención hacia ciertos temas o eventos. Sin embargo, su influencia va más allá de la esfera informativa, ya que también pueden contribuir a controlar el clima político y social, y hasta influir en la toma de decisiones. Es importante que la ciudadanía esté informada y crítica ante la información que se le presenta, y que exija transparencia y rendición de cuentas a los medios de comunicación y a los poderes fácticos.

En conclusión, la medicalización de la sociedad y la creciente influencia de la industria farmacéutica y la industria alimentaria en el mercado de la salud son fenómenos que requieren una reflexión profunda y una acción decidida. Es hora de que tomemos conciencia de la situación y demandemos un cambio. Debemos promover la transparencia y la rendición de cuentas en la industria farmacéutica y la industria alimentaria, y exigir que se priorice la salud y el bienestar de las personas sobre la ganancia.

La industria farmacéutica y la industria alimentaria están estrechamente vinculadas en la creación de un ciclo de enfermedades. Las enfermedades naturales, que son una respuesta inmune de primera instancia, están siendo reemplazadas por enfermedades artificiales, que son una respuesta de segunda instancia, inducida por la ingesta de productos alimenticios procesados y la medicalización. Estas enfermedades artificiales son el resultado de la manipulación de la salud humana por parte de estas industrias, que priorizan la ganancia sobre el bienestar, generando un sistema que perpetúa la enfermedad en lugar de promover la salud.

Un verdadero mercadocidio silencioso se cierne sobre la sociedad, donde la insaciable búsqueda de ganancias se antepone a la salud y el bienestar de las personas, estableciendo una peligrosa relación entre el mercado y la enfermedad crónica como insumo de la industria. Este sistema económico actual genera consecuencias mortales, sacrificando la vida y la dignidad humana en el altar del beneficio, y perpetuando un ciclo de explotación y sufrimiento que amenaza con devorar todo lo que toca.

Los estados nacionales, debilitados por la deuda y la ineficiencia, se ven forzados a abrir sus fronteras al comercio de laboratorios extranjeros sin restricciones ni controles, debido a la incapacidad de su sector local para ofrecer soluciones autóctonas y satisfacer las necesidades de su población, lo que genera una dependencia peligrosa de intereses foráneos que compromete la soberanía y la salud pública. Necesitamos recuperar nuestra soberanía sanitaria y nacionalizar la salud pública para que nadie venga a decirnos como tenemos que cuidar nuestra salud. Recomiendo en este sentido recordar la ley Oñativia durante el gobierno de Arturo Umberto Illia.

Si estas situaciones ocurrieran de manera aislada y excepcional, su impacto sería menor. Sin embargo, lo que estamos presenciando es una creciente frecuencia y proximidad entre crisis, sin dar tiempo para que surjan respuestas nacionales, populares y democráticas. Aunque se dice que el tiempo trae soluciones a los problemas más complejos, aquí parece que no se nos permite ese lujo, y se nos impide elaborar una respuesta colectiva y autónoma ante las adversidades.

Es hora de que la ciudadanía se organice y exija un cambio en el sistema de salud, para que se priorice la prevención y la promoción de la salud, en lugar de la medicalización y la enfermedad. Es hora de que se creen políticas públicas que protejan la salud y el bienestar de las personas, y no solo los intereses de las corporaciones.

Es hora de que la revolución de la nada se convierta en una revolución del sentido común, en la que se priorice la salud y el bienestar de las personas sobre la ganancia y el poder. Es hora de que se cree un sistema de salud que sea justo, equitativo y sostenible, y que priorice la prevención y la promoción de la salud.

Los Argentinos debemos recordar a nuestros próceres de mayo y a quienes lucharon por la libertad y la dignidad de nuestro pueblo, volver a levantar las banderas de la soberanía nacional, construir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino.

Ultimas publicaciones

Social Media Auto Publish Powered By : XYZScripts.com