Cristinismo, el fantasma detrás del faltante de combustibles

Al día de hoy, el promedio de las encuestas marca una ventaja de 52 a 48 por ciento en favor del contubernio Macri-Milei. La levantada del candidato de LLA puede explicarse a partir de dos variables principales: la dosis de gobernabilidad que le aportó Macri, y el faltante de combustibles que afectó a la Argentina en la última semana.

Por más que el oficialismo haya apuntado públicamente en dos direcciones al momento de adjudicar responsabilidades –Gabriel Bornoroni, diputado nacional electo por Córdoba por La Libertad Avanza, quien hasta hace poco tiempo presidió la Confederación de Entidades del Comercio de los Hidrocarburos de la República Argentina (CECHA), y las petroleras que priorizan la exportación por sobre el abastecimiento del mercado interno-; la trama secreta apunta en otra dirección. Sin restarle responsabilidad a los ya señalados, el dedo acusador apunta al entorno de Cristina Fernández de Kirchner, y a dos nombres en particular: Pablo González, actual presidente de YPF, y Miguel Galuccio, hoy CEO de Vista y titular de la petrolera estatal entre 2012 y 2016, de la mano de la vicepresidenta. También hay otra funcionaria massista bajo la lupa, pero en este caso a causa de su mal desempeño en la previsión de la situación: Flavia Royón, quien estando al tanto de la parada técnicas que periódicamente tienen programadas las refinadoras, no consiguió garantizar la existencia de reservas para proveer al mercado interno durante su realización.

Pero lo que en el caso de Royón puede adjudicarse a que su experticia reside en el área de minería y no en petróleo ni combustibles –lo cual no la exime de responsabilidades, aunque evidencia su limitada competencia-, en los casos de González y de Galuccio adquiere características muy diferentes. González es un hombre de Cristina Fernández, originario de Neuquén, y de su mano llegó a la presidencia de la petrolera estatal. El informe que le habría llegado a Sergio Massa es que tanto él como el directorio de YPF daban por descontado que el candidato de UxP ni siquiera entraría en el balotaje, por lo que no se molestaron en reprogramar las paradas técnicas programadas para dos de sus refinerías, las de Ensenada y Luján de Cuyo (Mendoza).

Al ser interpelado desde el ministerio de Economía, González responsabilizó a los directivos y ejecutivos de la empresa. Pero las explicaciones que estos brindaron fueron coincidentes: las paradas técnicas, sin prever la acumulación de existencias para proveer al mercado interno, habían sido dispuestas desde la presidencia de la empresa.

¿No podían reprogramarse esas discontinuidades en la producción de las refinerías para después del balotaje? La respuesta es que no había ninguna razón que lo impidiera. Pero González siguió adelante a pesar del resultado electoral.

Allí es donde aparece Miguel Galuccio, asociado a BlackRock y que consiguió quedarse con la segunda explotación de Vaca Muerta a través de Vista, una empresa que diseñó durante su período a cargo de la presidencia de YPF, de la mano de Cristina Fernández. Gracias a las influencias y operaciones desarrolladas durante esa etapa, y su proyección en los años posteriores, Vista no sólo se convirtió en una de las empresas líderes en la explotación de Vaca Muerta orientada a la exportación, sino que además le permitió a su CEO convertirse en el broker de las petroleras afincadas en la zona en sus negociaciones con YPF y el Estado argentino.

La información que habría llegado a Sergio Massa sostiene que Galuccio, con el aval de las petroleras privadas y la complicidad de González, habría conseguido la confirmación de la discontinuidad de la actividad de las refinerías post elección general, para arrancarle a un gobierno vencido en esos comicios mayores beneficios en lo referido a precios, cuotas de exportación y zonas de explotación. Sin embargo, el candidato de UxP no quedó afuera del balotaje, sino que salió primero en la elección general, pero aún así se mantuvo la estrategia preconcebida, con el aval de González.

La crítica situación en el abastecimiento interno, que afectó las chances electorales de Sergio Massa, obligó al candidato a formular altisonantes declaraciones públicas, adquirir a alto precio combustible adicional en barcos proveedores a precio vil, y autorizar un aumento del 10 por ciento en naftas y gasoil, pese a haber afirmado previamente que no habría incrementos en las próximas semanas. No podría haber actuado de otro modo, ya que en caso contrario debería haber responsabilizado a Cristina y su entorno petrolero, lo que en medio de la campaña electoral hubiese sido catastrófico.

Por esta razón, se asegura que rodarán cabezas a partir del 20 de noviembre, gane o pierda el candidato oficial en el balotaje. En el primer caso, para dar una nueva señal de autoridad política; en el segundo, porque ya no tendría nada que perder. En la práctica, el cristinismo sigue siendo el salvavidas de plomo con el que debe cargar el candidato oficial. Por lo menos, hasta la noche del escrutinio definitivo.

Fuente:realpolitik

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