Por Luis Alvarez Primo
La guerra en la última semana no ha ofrecido grandes variantes, salvo el desastre y la catástrofe creciente de las Fuerzas Armadas de Ucrania, cuya “contraofensiva” (tan absurda como abominablemente criminal y suicida) fuera impulsada por el régimen del monigote judío Zelenski y sus mandantes del Colectivo Occidental, especialmente el eje anglo-estadounidense, al parecer, dispuesto a derramar hasta la última gota de sangre de los soldados ucranianos.
Después de ya casi 2 meses, la contraofensiva ucraniana no sólo no ha registrado ningún progreso hacia las líneas de defensa rusas, sino que, además, ha convertido los campos de batalla en un cementerio de soldados ucranianos (más de 20.000 muertos) y de chatarra bélica de la OTAN. No hay avance ucraniano alguno; sólo pequeños desplazamientos e inmediatos retrocesos obligados por la artillería rusa, que sirven para alimentar la narrativa de los mentideros del conglomerado mediático globalista. Lo cual pone de manifiesto una alta dosis de cinismo, desprecio por la vida y pertinacia en la representación dramática de un curso de acción sin otro destino que la muerte. Pocas veces en la historia se ha visto una negativa tal a negociar para buscar la paz. Pocas veces tanta improvisación y corrupción como la del régimen del fantoche Zelenski y su padrino Biden. Todo para prolongar la pretensión demencial y fantasiosa de los ideólogos judíos del Depto de Estado estadounidense de promover un cambio de régimen en el Kremlin, provocar la caída de Putin, instaurar un gobierno “democrático” amigo y, finalmente, apropiarse hegemónicamente de los recursos de Rusia.
Los ataques terroristas ucraniano -británicos han fallado uno tras otro y sólo han provocado duras, contundentes y certeras represalias rusas. Los drones de Zelenski contra objetivos civiles rusos en territorio ruso han sido interceptados y destruidos casi invariablemente porque los rusos han desarrollado la tecnología para detectarlos (es decir, han capturado drones intactos y sus laboratorios los han estudiado).
Por otra parte, al parecer, Ucrania y la Unión Europea se están viendo rodeadas de un creciente aislamiento de la opinión pública internacional. Sus líderes, narcisistas, necios y sometidos a la agenda global, ya no saben cómo salir de este atolladero. Están atrapados en una burbuja y no conocen la “reversa”. (Hasta los países latinoamericanos les han hecho significativos reproches en encuentros recientes). Pero son esencialmente comediantes y siempre encuentran tiempo para la farsa: el 23 de julio se informó que en nombre de la rimbombante Asociación Jurídica Mundial (World Jurist Association), Justin Trudeau dio a la belicista Úrsula Von der Leyen/ “van der Crazy”, presidenta de la Comisíon de la Unión Europea, el premio “Paz mundial y Libertad” ( World Peace and Liberty Award). ¡Verdadero hazmerreír!
La economía de la UE ha entrado en franca recesión y hay signos de pesimismo en la población. Alemania, pulmón económico de la UE, a causa de sus políticas ecologistas suicidas – es decir, sometida al poder global y perdida su soberanía–se desindustrializa, caen sus exportaciones y pierde competitividad y mercados. Por el contrario, el Producto Bruto Interno de la Federación de Rusia, a pesar de las sanciones, ha crecido a una tasa del 2% anual según la última medición del FMI, y en su población crece la confianza en su dirigencia y en sus instituciones. Moscú y San Petersburgo son destinos turísticos que deslumbran por su riqueza cultural, la placidez de sus parques, la belleza de sus monumentos y edificios (sin grafitis) y su vibrante y elegante vida urbana.
Mientras tanto, Putin mantiene a raya el aventurerismo del Colectivo Occidental y le ha advertido en un reciente discurso que Rusia está en condiciones de derrotar a la OTAN si esta decidiera escalar el conflicto que impulsó en Ucrania. Tal como lo demostró hace unos meses instalando misiles tácticos nucleares en Bielorrusia, ante ciertos aprestos de la OTAN en Polonia.
Esta guerra, como hemos ilustrado en otras notas, es un gigantesco e inescrupuloso negocio de gran corrupción en su origen (Biden-Burisma) y en su desarrollo. Es obvio que la salida más prudente para el bien de los ucranianos y la paz mundial, sería aceptar los términos que Rusia exige para garantizar su propia seguridad, lo cual de haberse aceptado oportunamente habría evitado la tragedia de esta guerra en curso.