El Círculo Rojo entró en estado de alerta nacional por la tendencia del libertario Javier Milei en las encuestas.
Más allá de los tiempos que marca el calendario electoral, marzo debía ser el mes clave para cerrar alianzas y confirmar candidatos. Así lo había proyectado el Círculo Rojo, pero no ocurrió. Si bien se bajaron Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Mauricio Macri, analistas creen que eso fue importante pero no alcanza: la inflación continúa con una inercia preocupante, se viene el impacto de la sequía en el BCRA y el precandidato presidencial, Javier Milei, continúa en ascenso en las encuestas.
La principal preocupación sobre la mínima posibilidad que pueda tener Milei de llegar al poder tiene que ver con su discurso de déficit 0% y ciertas reformas centrales. Puede resultar muy obvio decirlo pero quedó demostrado que donde hay una crisis muchos ven una oportunidad y no son pocos los que se benefician con la discrecionalidad de los cepos; la sospecha y excesiva remarcación inflacionaria en las partidas presupuestarias de funcionarios, así como también de los empresarios en las obras públicas; el reparto de planes sociales o la típica rosca en los pasillos de los tribunales por cargos judiciales. Sólo son algunos ejemplos de la cosa diaria en un sistema que luce dinamitado.
En todos esos negocios están involucrados funcionarios, empresarios, sindicalistas, piqueteros, gobernadores, intendentes, legisladores y dirigentes en general. Todos tienen un kiosquito asegurado
Quien se anotó en las últimas horas a esa preocupación real fue la iglesia católica. Curas y referentes oficialistas hicieron llegar al Papa Francisco cómo está creciendo el libertario en jóvenes de los barrios populares, incluidos alumnos de escuelas católicas y todos aquellos que asisten a iglesias de otros credos como el caso de los evangelistas. Sindicalistas peronistas del GBA se sumaron: sus hijos quieren votar a Milei y no lo pueden/quieren creer.
Quien se anotó en las últimas horas a esa preocupación real fue la iglesia católica. Curas y referentes oficialistas hicieron llegar al Papa Francisco cómo está creciendo el libertario en jóvenes de los barrios populares, incluidos alumnos de escuelas católicas y todos aquellos que asisten a iglesias de otros credos como el caso de los evangelistas. Sindicalistas peronistas del GBA se sumaron: sus hijos quieren votar a Milei y no lo pueden/quieren creer.
Empresarios revelaron en los últimos días que encargaron informes a encuestadores y allí surgió que Milei en muchas provincias está tocando el 30%, así como también en muchos municipios del conurbano bonaerense. Esto le está dando un promedio nacional del 25%.
Francisco bajó línea a la iglesia católica local y al resto también con el ecumenismo que lo caracteriza: lo que quiso decir, palabras más/palabras menos, es que no se dejen engañar por el pañuelo celeste de Milei porque “puede venir por nosotros también”. En el marco de crisis política e inflacionaria que se vive en la Argentina, esto es interesante porque está quedando claro en el Frente de Todos y Juntos por el Cambio que ya no importa el nivel del dólar. Se agotó la idea del “cuanto peor, mejor” porque ahora eso beneficia a alguien que puede terminar de detonar el sistema por dentro.
Este es un debate subterráneo en muchos desayunos, almuerzos y cenas corporativos. Es el debate que viene en las próximas semanas y será apasionante mirar cómo se aceleran las decisiones y se mueven las fichas. La sola idea de pensar que los pañuelos celestes y los pañuelos verdes se pueden unir contra El Enemigo, evidencia el cimbronazo que hay en el seno del poder. Francisco acaba de dejar abierta esa puerta. La clase media está harta. Quien quiera oír, que oiga.