Manuel Dorrego fue un adelantado a su época, intentó implantar un modelo democrático, republicano y federal, se atrevió a enfrentar a los poderosos y tomó medidas inéditas a favor de los intereses nacionales, como suspender el pago de la deuda.
También fue un férreo defensor de los sectores populares e intentó una política de acercamiento con los gobernadores de las provincias queriendo evitar el caos y la desintegración nacional.
Las medidas de Dorrego provocaron la incontenible ira de los unitarios rivadavianos, primeros endeudadores, quienes dejaron a la Nación en ruinas, con una situación internacional gravísima y una guerra ganada a Brasil en los campos de batalla pero perdida en los papeles. Dichos apátridas se retiraron del gobierno, pero no del poder, algo muy similar a lo que ocurre con el macrismo actualmente. Dejaron, como los globertos amarillos, una herencia terrible en forma de una grave crisis económica y política.
Dorrego se fijó como objetivo terminar con la especulación financiera que tenía como epicentro al Banco
Nacional creado por los rivadavianos. Durante su segundo mandato como gobernador de la Provincia de Buenos Aires, fijó precios máximos sobre el pan y la carne para bajar la presión del costo de la vida y prohibió el monopolio de los productos de primera necesidad. El fin que
persiguió fue el de erradicar el hambre del sector popular. Tuvo éxito y a principios de 1828 el peso recuperó su valor.
A mediados de 1828, la mayor parte de la clase terrateniente, afectada por la prolongación de la guerra, le retiró a Manuel el apoyo político y económico. Le quitaron, a través de la Legislatura, los recursos necesarios para continuar la guerra, obligándolo a iniciar conversaciones de paz con el Imperio esclavista del Brasil.
El 1//12/1828 Lavalle encabezó una sublevación contra el gobierno de Manuel Dorrego. El levantamiento tuvo
éxito y Dorrego fue derrocado. Pocos días más tarde, los 600 coraceros experimentados y veteranos de la Guerra del Brasil al mando de Lavalle se enfrentaron a los 2000 milicianos mal armados y poco entrenados con los que contó Dorrego. La batalla se libró en Navarro, Manuel fue capturado y condenado a muerte sin proceso ni juicio previo.
Dorrego fue fusilado por orden de Lavalle, detrás de la iglesia del pueblo de Navarro, el 13/12/1828. En realidad, Lavalle fue el ejecutor un siniestro plan urdido en las sombras de la cobardía . Los ideólogos de su muerte, los que convencieron a Lavalle, fueron: Juan Cruz Varela y Salvador María del Carril, quienes formaron parte del golpe junto a Valentín Alsina, Ignacio Álvarez Thomas y José María Paz, como diría el General San Martín: “los satélites de Rivadavia”. Pero a los “salvajes unitarios” no les alcanzó con fusilarlo, luego le cortaron la cabeza y se la destrozaron a culatazos.
Este fue el primer hecho desgraciado de nuestra historia, la génesis de lo que después se reafirmó en Caseros y se implantó definitivamente en Pavón.
Como bien dijo Pacho O´Donnell una vez: “Este hecho hizo que Rosas no dudara en combatir firmemente a los unitarios. Se dio cuenta que ellos no dudaban en conspirar y asesinar a quienes se enfrentaran a sus mezquinos intereses.”
Cuando Simón Bolívar se enteró del fusilamiento de Dorrego, dijo: “En Buenos Aires se ha visto la atrocidad más digna de unos bandidos”. El General San Martín expresó: “Los autores del movimiento del 1/12 son Rivadavia y sus satélites. Son inmensos los males que estos hombres han hecho con su conducta infernal,
no solo a este país, sino al resto de América.”
¡Viva La Patria!
¡Viva el coronel Manuel Dorrego! uno de los primeros líderes populares de nuestra historia.
Agradecimiento: Julio Molisano, periodista.
