Lleva la docencia en la sangre, de hecho se ha pasado buena parte de su vida enseñando en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Cuando habla lo hace con rigor, pero tiene la mente abierta cuando se trata de casos excepcionales, como es este de la pandemia. Para él, los médicos, ante pacientes que se están jugando la vida, tienen la obligación de usar cualquier producto que ofrezca indicios de efectividad. Ese es el caso del dióxido de cloro, CDS, una sustancia que lleva años en el mercado alternativo y que cada vez más médicos usan con normalidad. El catedrático y doctor Luis Prieto Valiente cree que el dióxido de cloro merece una oportunidad y ser investigado. Las razones las expone en una Carta que dirige a sus colegas y que se puede leer aquí.
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“Algunos colegas empezaron a comentar este producto, que probaron y con el que tuvieron unos efectos positivos”.
“La doctora Forcades pone de manifiesto que no se encuentran efectos secundarios ni muy graves y terribles, como dicen la OMS y la FDA, ni siquiera leves y pequeños”.
Un grupo de médicos reporta que el 94% de 104 pacientes de Guayaquil mejoraron en 4, 5 o 6 días de coronavirus.
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MM.- Con tanta polémica sobre tantos aspectos, han surgido distintos grupos de profesionales que enarbolan distintas banderas. ¿En cuál de esos grupos o tendencias se encuadra usted?
Mi bando es el de mis colegas médicos que atienden cada día a los enfermos. Llevo 40 años colaborando día a día con ellos en el análisis de los datos para detectar evidencias científicas. Para ellos es mi carta y espero que coincidamos casi todos en estos principios tan básicos.
MM.- ¿Por qué se ha centrado usted en defender la necesidad de estudiar las posibilidades del CDS y no en otras opciones posibles?
LP.- En realidad mi intención es subrayar la necesidad de prestar atención a todo lo que pueda ser útil, mirándolo con interés y agilidad. Y, por supuesto, con rigor y objetividad. Es mucha la devastación que estamos sufriendo y hay que buscar soluciones con agilidad y agudeza mental.
MM.- Doctor, vayamos con la Carta. ¿Cuál es su contenido?
LP.- Está escrita a mis colegas de la medicina más ortodoxa, más clásica, tratando de hacerles ver un fallo que creo estamos teniendo mayoritariamente en cuanto a la valoración de lo que debemos hacer o no con respecto a un producto que se llama dióxido de cloro y que está cada vez más presente, un poco en los medios y sobre todo en la sociedad, en la calle.
MM.- Usted es médico y se dedica al análisis estadístico, por sus manos han pasado no pocos estudios clínicos. Lo suyo es el rigor matemático. ¿Qué hace un hombre como usted respaldando al denostado dióxido de cloro?
LP.- Lo primero que tengo que hacer es puntualizar que yo no defiendo, no afirmo que el dióxido de cloro tenga efectos positivos en ninguna circunstancia en particular, porque no lo sé y no creo que nadie tenga elementos suficientes en este momento en España como para afirmar eso. De hecho en la Carta comento, que no hay evidencia científica suficiente. Sin embargo, creo que hay indicios razonables fuertes de que puede ser útil en distintos tipos de infecciones víricas, entre otras, y en particular en esta de la pandemia. Y eso sería un motivo para estudiar el tema con mucha atención y, por cierto, con prontitud, puesto que la desgracia que estamos sufriendo es grande y va aumentando día a día. No defiendo que sea efectivo este producto, defiendo la necesidad de estudiarlo objetiva y urgentemente.