El conflicto del Departamento de La Caldera devela la ausencia de un programa de gobierno y la falta de visión política en un tiempo donde el consenso y el cambio son las llaves imprescindibles del progreso vecinal.
El vecindario de La Caldera enfrenta un hecho insólito, tanto por su origen como por su duración. No se comprende que un problema administrativo esté alcanzando ribetes de crisis institucional. El estado actual de cosas incluso habilitaría al Concejo Deliberante a pensar en una suspensión del intendente para reordenar el tablero.
Preocupa además una crisis tan temprana, en un mandato que apenas comienza. Si esto ocurre con una media docena de contratos que no se saben –o no se quieren resolver- ¿qué se puede esperar para los tres años y medio restantes en un escenario tan crítico como el que se avecina?
Pero no se trata de hacer leña del árbol caído sino de plantear ideas superadoras. Es un hecho que las políticas municipales tal como las conocemos han agotado su tiempo. Resulta imprescindible avanzar hacia nuevos formatos municipales donde el vecino sea el protagonista de la historia de su pueblo y no los intendentes. Porque los funcionarios pasan, los vecinos quedan.
El Voluntariado
Hemos planteado desde nuestro libro “La Revolución Municipal” la necesidad del voluntariado, es decir, que los vecinos salgan de su zona de confort para comprometerse con su realidad. Porque la ausencia del vecino en la vida comunal es lo que favorece que los funcionarios y sus grupos se apropien para sí de la política local.
Las Juntas de Vecinos
Luego, comprometidos, los vecinos deben formar Juntas Vecinales, es decir, espacios deliberativos donde se analicen los problemas de la comunidad y se eleven al Concejo Deliberante para que legisle sobre los mismos.
Planificación Territorial
Es necesario que los municipios planteen una política de planificación territorial, porque hoy los intendentes deben mirar hacia adelante pensando en qué pueblo es el que van a dejar. Si no se puede arreglar seis contratos, poca expectativa favorable se puede esperar hacia el futuro…
Presupuesto Participativo
Un intendente debe tener imaginación y aplicar herramientas que han resultado exitosas en otros lugares del país como el Presupuesto Participativo que otorga la posibilidad de que los vecinos decidan en asambleas sus prioridades y las negocien con el Ejecutivo. No se trata de grandes obras sino de comenzar por lo elemental. En estos tiempos, “Menos es Más”.
Nueva Política-La imaginación al poder
Dirán que no hay presupuesto para nada y es verdad. Hoy los municipios viven colgados del dinero provincial, pero aquí es donde juega la inteligencia de los intendentes aprendiendo a jugar la integración entre lo público y lo privado. Los pequeños municipios son los más habilitados para realizar acuerdos comerciales con empresas que exploten recursos racionalmente a cambio de fuentes de trabajo y pago de impuestos. La fórmula no es tan compleja.
En el caso de La Caldera, quizás una buena idea hubiera sido formar una cooperativa de trabajadores. Las opciones son tantas como se quiera gestionar: construcción, textiles, reciclado, producción agroalimentaria, etc., donde la inversión puede llegar a ser mínima en proporción al desastre generado hoy, y donde se da trabajo abriendo la oportunidad para que los cooperativistas crezcan y se produzcan bienes y servicios a precio diferenciado.
Deben los intendentes aprender –y aprehender- el concepto de gobernanza que viene a sustituir al de gobernabilidad. La gobernanza es horizontal, trabaja con un Ejecutivo que consulta a los actores sociales y acuerda políticas comunes. El tiempo del caudillo territorial ya terminó.
La palabra clave es “capacitación”. Ya no es suficiente con que los intendentes asuman y “gobiernen”, hoy tienen que capacitarse para llegar a resultados favorables.
Porque en estos tiempos, si la política municipal no es vecinal, será sólo política, terreno fértil para los inútiles y los oportunistas. Hoy la prioridad es gobernar para el vecino, por el vecino y con el vecino.
Fuente: Ernesto Bisceglia