La quema de las instalaciones de la radio de la CSUTCB, la tortura a su director, el asesinato del periodista argentino Sebastián Moro, el intento de asesinato del periodista Adair Pinto en Cochabamba, el cierre de 53 radios comunitarias, la persecución a los periodistas de Abya Yala, las amenazas de cárcel a los periodistas internacionales que difundan imágenes de las masacres, las amenazas de muerte al equipo de trabajo de Junior Arias de Giga Visión, el ciber patrullaje de la policía y el ejército instruido desde el ministerio de Gobierno, y un largo etcétera.
Toda dictadura comienza silenciando a los medios de comunicación independientes.
El golpe de Estado, comenzó con el ataque a la radio de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la tortura pública a su director y el asesinato del periodista argentino Sebastián Moro redactor de Prensa Rural.
El intento de asesinato del periodista Adair Pinto por parte del grupo paramilitar “Resistencia Juvenil Cochala” (recibió tres puñaladas en lugares vitales tórax y estómago con el objetivo de acallar su trabajo), de igual manera el periodista René Huarachi, de Radio TV Bartolina Sisa, denunció que fue víctima de detención ilegal y tortura por parte de efectivos policiales en la ciudad de El Alto.
La expulsión de los periodistas argentinos de los Canales A24, TN, Telefe y Cronica TV.
Las amenazas y agresión a la corresponsal de la cadena Al Jazeera quien fue agredida por un efectivo de la Policía que le echó gas pimienta en los ojos mientras transmitía en vivo la represión.
El cierre de 53 radios del sistema de radios comunitarias RPOs.
La lista de agresiones a la prensa por parte del gobierno de facto, es extensa.
Una gigantesca red de encubrimiento compuesto por los medios de comunicación, invisibilizan los actos de corrupción del régimen y las agresiones a la prensa.