No sólo hay una realidad de ineficacia de equipo que obliga a Gustavo Sáenz a multiplicarse, sino también una presión encubierta por las pautas
SALTA.- Díganlo como corresponde, el Gobernador Sáenz se expone porque, primero es el capitán del barco y luego, no tiene un equipo a la altura de las circunstancias.
El gabinete está formado por gente que acompañó a Gustavo Sáenz en la campaña y a la que hay que devolver favores -y no son los más capaces que acompañaron, obviamente-; hay una reserva de muy buen nivel que podría ser llamada a formar parte de un gobierno que puede resultar muy bueno. Y claro, luego están los heredados -impuestos- por el limado de Juan Manuel Urtubey.
Entonces, hay que imaginar a un gobernador que asume ya condicionado por la coyuntura que no era sencilla, y al cual encima le explotan las muertes del norte, el paro docente, las abultadas deudas de los organismos por los gastos personales que hacían los funcionarios, que tuvo que salir a recuperar vehículos oficiales que estaban en garages y fincas privadas, a lidiar con personajes que literalmente no querían irse de sus puestos y con otros a los que sus propios funcionarios volvieron a confirmar… ¡y ahora con una pandemia universal!
¿Tiene Sáenz gente del nivel que esta circunstancia exige? ¡Evidentemente no! y ¿Por qué no? Porque todos vienen de la salsa política, del mucho bienestar y el poco hacer. Del «paso/cambiaso» de cargo en cargo durante décadas, del mudar de color en color. No hay allí, en la primera línea profesionales «top», sino burócratas de café, licenciados en rosca (algunos máster), pillos a cordel y en su mayoría «relojes a cuerda» cuando el mundo está exigiendo «máquinas digitales». ¿Se comprende la diferencia? Sabemos bien de qué y de quiénes estamos hablando.
Gustavo Sáenz tiene madera de líder, lo está demostrando. Es muy, pero muy diferente a Juan Manuel Urtubey que era un salteador de caravanas barato (aunque a los salteños nos salió bastante caro)., un habilidoso del cuentapropismo a costa del Estado que logró una movilidad social inédita en Salta, la de crear una nueva oligarquía, más bien una plutocracia formada por la flor y nata de la mediocridad, una turba de apellidos pseudopatricios en decadencia y vagos consuetudinarios que de pronto se transformaron en prósperos empresarios. El resto de los salteños quedó en los niveles de Sudán. Sáenz en cambio, lidera, lleva, empuja, arma, decide. pero al lado no hay nadie que le «banque» el ritmo. Su sistema de comunicación incluso no está a la altura de lo que la historia exige.
Tampoco se puede cambiar de monta a mitad del río y menos en semejante crisis. Habrá que esperar a que pase la pandemia, a que se serene el ambiente porque nada va a quedar igual, y entonces sí, el gobernador podrá elegir un equipo capaz y sagaz. No como estos que son a gas.
La historia le ha dado la oportunidad a Salta. Ahora Gustavo Sáenz tiene la responsabilidad de saber elegir cómo hacer valer la magia de su Anillo.
Por: Ernesto Bisceglia
www.ernestobisceglia.com