Estas dos enfermedades causaron en años anteriores más de un millón de muertes de niños y una de cada cuatro muertes de niños de menos de cinco años.
Enfrentar a los dos mayores asesinos de niños en todo el mundo parece una tarea ardua, pero tenemos el conocimiento que se necesita para organizar una respuesta eficaz. Sabemos qué virus, bacterias y parásitos debemos atacar y qué intervenciones tienen alta probabilidad de éxito.
La mayoría de las muertes se producen en los primeros dos años de vida.
Para cambiar esta situación es necesario que los gobiernos incrementen sus esfuerzos de lucha contra la neumonía y la diarrea, lo que incluye garantizar que los padres tengan acceso a la información que necesitan para proteger a sus hijos.
Hay tres intervenciones relativamente sencillas que pueden ser muy eficaces.
La primera es la lactancia materna, una intervención antiquísima y gratuita. Alimentar al bebé exclusivamente con leche materna durante los primeros seis meses de vida es una de las formas más fáciles de prevenir la diarrea y la neumonía. La leche materna tiene todos los nutrientes que necesitan los bebés para crecer y también anticuerpos que al reforzar su sistema inmunitario los protegen de enfermedades y ayudan a acelerar su recuperación.
La lactancia materna podría evitar alrededor de la mitad de los casos de diarrea y un tercio de las infecciones respiratorias. Pero la proporción de madres que sólo alimentan a sus hijos con leche materna durante los primeros seis meses de vida se mantiene reducida; no llegando a la mitad de las madres.
Para aumentarla, es necesario que los gobiernos garanticen que las madres reciban asesoramiento y ayuda. Esto implica capacitar al personal sanitario; crear redes de apoyo comunitarias, por ejemplo grupos de madres; invertir en campañas de modificación de conductas; y crear una cultura que apruebe y aliente la lactancia materna.
La segunda intervención crucial es mejorar el acceso a agua potable, el saneamiento y la higiene en las casas y en las comunidades. En todo el mundo 2400 millones de personas todavía no tienen acceso a medidas de saneamiento modernas, y 663 millones no tienen acceso a fuentes de agua seguras. Muchos niños todavía carecen de agua potable, acceso a instalaciones sanitarias básicas y buenas prácticas de higiene.
La mala calidad del agua y la falta de sistemas de saneamiento fiables, como el retrete, para el tratamiento de los efluentes humanos son importantes factores de difusión de enfermedades. Algo tan simple como lavarse las manos con jabón puede reducir la incidencia de la diarrea y de las infecciones respiratorias más de 40% y 25%, respectivamente.
Entonces con la inversión no sólo en sistemas de potabilización del agua y saneamiento sino también en programas educativos que alienten mejores prácticas higiénicas los gobiernos podrán cortar el círculo vicioso de diarrea y malnutrición causante de daños físicos y cognitivos irreversibles.
La tercera intervención clave es la vacunación. Es la medida más rentable para la prevención de enfermedades infantiles; y ya hay vacunas para las bacterias más comunes causantes de neumonía (el neumococo y el Haemophilus influenzae) y para los rotavirus, principales causantes de diarrea. Pero la mitad de los niños del mundo viven en áreas sin un programa nacional de vacunación antineumocócica, y sólo el 15% de los niños de los países más pobres del mundo tienen acceso a la vacuna antirrotavirus.
La creación de programas nacionales de inmunización permite a los gobiernos proteger a todos los niños de las enfermedades que suponen mayor riesgo de muerte o secuelas graves. También es necesario trabajar para garantizar que las familias usen los servicios de vacunación, lo que incluye educar a los padres acerca de su importancia.
No puede ser que todavía sigan muriendo niños por neumonía y diarrea. Aunque ninguna intervención por sí sola bastará para evitarlo, una implementación veloz y coordinada de las tres medidas aquí descritas puede ser muy eficaz para prevenir la neumonía y la diarrea, especialmente en el caso de los niños más vulnerables, y permitir a los beneficiados tener vidas sanas y productivas.