Ayer 12 de Octubre se conmemoró el Día del Respeto a la Diversidad Cultural que anteriormente se llamaba “Día de la raza”. Fue modificado en 2010 para recordar las muertes de los pueblos originarios y dotar a la fecha de un significado acorde al valor que asigna la Constitución Nacional a la diversidad étnica y cultural de todos los pueblos.
En nuestra provincia habitan 13 pueblos originarios que hablan 9 lenguas indígenas y varios grupos migrantes limítrofes. Sin embargo, las políticas públicas no han logrado revertir los procesos de pérdida lingüística y cultural ni las consolidadas estructuras coloniales, discriminatorias y estigmatizantes.
“Durante la época colonial la diversidad étnica de América Latina fue homogeneizada bajo la categoría de “indio” y la diversidad lingüística fue negada en pos de un paradigma civilizatorio occidental y castellanizador. Una vez logradas las independencias nacionales, los Estados emergentes abogaron por un modelo de nación basado en el trinomio “un territorio, una lengua y una cultura”, esto condujo al recrudecimiento de las políticas etnocidas y genocidas contra los pueblos originarios. Es así que las culturas y lenguas nativas fueron consideradas como un vestigio de épocas “primitivas”, es decir, partes de un pasado cultural a ser superado.
La colonialidad, entendida como constructo ideológico que trasciende el colonialismo, ha estructurado durante mucho tiempo las relaciones interétnicas, planteando las diferencias cen términos de desigualdad. La expansión de capitalismo agrario, con la anuencia del Estado y las instituciones sociales, han perpetuado contextos de desigualdad estructural que precarizan las condiciones de vida de los pueblos originarios y ponen en riesgo la continuidad de sus prácticas culturales ancestrales.
Las ideologías lingüísticas, entendidas como el conjunto de ideas, valores y representaciones en torno a una lengua, asocian las lenguas originarias al “salvajismo”, el “atraso” y el “subdesarrollo” en oposición al “idioma nacional”, el castellano, considerado “blanco”, “moderno” y “civilizado” y “desarrollado”. De esta manera, la estigmatización sufrida por pertenecer a pueblos originarios afectó doblemente a los hablantes de las lenguas nativas. En este contexto aquellas consideradas vernáculas, se encuentran en situación de riesgo como resultado de un contacto lingüístico asimétrico y desequilibrado con la lengua dominante.
Para la ecología de las lenguas, campo científico que estudia la interacción de las lenguas entre ellas y con su entorno, estos procesos de debilitamiento y pérdida no deben ser considerados como “destinos irreversibles”, sino más bien resultados de un mosaico complejo de actores, instituciones y procesos socio-históricos. Desde esta perspectiva es posible revertir estos procesos a partir del desarrollo de políticas lingüísticas y políticas interculturales entendidas como un conjunto de ideas, leyes, regulaciones y prácticas estatales para producir cambios en los comportamientos de la ciudadanía.
En la actualidad, gracias a los movimientos indígenas y al cambio de paradigma de los Estados latinoamericanos, se han desarrollado procesos de re-emergencias y revitalización de los pueblos originarios y de sus lenguas. En Argentina se reconocen más de 38 pueblos y 15 lenguas nativas o de origen nativo. Sin duda alguna, la provincia de Salta concentra la mayor diversidad lingüística y étnica del país, dado que en ella habitan 13 pueblos originarios que hablan 9 lenguas indígenas (ava guaraní, chané, tapiete, q’om, wichí, Chorote o Manjui, Nivaclé o chulupí, aymara y quechua) y varios grupos migrantes limítrofes y trasatlánticos, algunos de los cuales aún conservan sus lenguas. Sin embargo, las políticas públicas no han logrado revertir los procesos de pérdida lingüística y cultural ni las consolidadas estructuras coloniales, discriminatorias y estigmatizantes que pesan sobre los pueblos originarios.”
(Extracto de la Introducción del libro “Patrimonio Lingüístico y Cultural de los Pueblos Originarios de Salta – Manual Digital” de Ana Victoria Casimiro Córdoba. Primera edición, Salta – 2019).