Este viernes se presentará en Salta Bombo, el reaparecido, libro de Mario Santucho, sobre la vida del guerrillero tucumano Bombo Ávalos. Es un relato ágil en el que la biografía de Bombo es la excusa para una reflexión sobre la violencia.
En Bombo, el reaparecido, Mario Santucho reflexiona sobre la historia reciente, la política y la violencia. El disparador es una fugaz reaparición de Bombo Ávalos, el capitán Armando del Ejército Revolucionario del Pueblo. Sin embargo, para quien no conoce la trama de la guerrilla del ERP en Tucumán, y en Santa Lucía, la presencia de Mario Santucho en ese escenario funciona también como una reaparición. Mario Santucho es hijo del dirigente político y jefe guerrillero Mario Roberto Santucho, cofundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y del ERP.
Santa Lucía es un pueblo chico, ubicado en el departamento Monteros, 50 kilómetros al sur de la ciudad de San Miguel de Tucumán. Lo atraviesa la ruta provincial 307, que va a Tafí del Valle. El pueblo se fundó el 7 de noviembre de 1882, a la sombra del Ingenio Santa Lucía, que funcionó hasta el 30 de agosto de 1968, cuando quedó inactivo en el marco del cierre general de ingenios azucareros en Tucumán dispuesto por la dictadura de Juan Carlos Onganía. “La clausura del ingenio significó la pérdida de puestos de trabajo para los más de 3.000 trabajadores que habían sido empleados en época de zafra: 150 empleados, 1.000 obreros de fábrica y 2.000 de campo. La mayoría de esos trabajadores procedían de los 10.000 habitantes que poblaban entonces Santa Lucía y Acheral. Cuatro años después del cierre, en 1972, representantes de la comunidad de Santa Lucía estimaban que la mano de obra se había reducido a 325 obreros permanentes que trabajaban en una finca cañera –una de las más importantes de la provincia-, 615 que operaban transitoriamente, 65 que empleaba la empresa Alcogas y 15 ocupados en una cooperativa que explotaba un aserradero.77 De ese modo, en Santa Lucía, dos tercios de los trabajadores que habían sido empleados en 1965 perdieron sus puestos de trabajo en 1972. Esta disminución en los niveles de empleo se manifestó más agudamente entre los obreros del surco cuyos empleos se vieron reducidos a más de la mitad de los de 1965.” Asegura la historiadora Silvia Nassif en “Resistencia obrera y popular en Tucumán en los inicios de la dictadura de Onganía: asesinato de Hilda Guerrero de Molina y pueblada en Bella Vista”
Así, pequeñito, al pie de los cerros que se elevan hacia los Valles Calchaquíes, el pueblo obrero desempleado de Santa Lucía fue centro de la guerrilla rural del ERP, que estableció campamentos en los parajes Las Dulces y en el Niñito Perdido. Su tradición de lucha ha parido dirigentes populares destacadxs: santaluceña era Hilda Guerrero de Molina, integrante de la Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar que fue asesinada cuando resistía el cierre de los ingenios; y santaluceño fue Ramón Rosa Jiménez, hachero, dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y uno de los fundadores del ERP, que fue también el mentor de Bombo Ávalos. Jiménez, asesinado por la policía tucumana en 1972, fue organizador de la Compañía de Monte que luego llevaría su nombre.
Mucha historia ocurrió en el pueblo de Santa Lucía. Mucho dolor. El Operativo Independencia se abatió sobre él. Sus habitantes debían cumplir un riguroso toque de queda que hasta los obligaba a informar si necesitaban salir del radio urbano. Como en casi todo escenario bélico, hubo asesinatos, hubo secuestrados, desaparecidos, y hubo desplazados. Hubo víctimas directas y víctimas colaterales.
A ese pueblito volvió Mario Santucho el pasado 17 de mayo de 2019. Esta vez con su libro, Bombo, el reaparecido. La presentación se hizo en una reunión íntima, aunque concurrida, en la Biblioteca Popular Santa Lucía. Comenzó con la lectura de parte del libro. Varios protagonistas del relato escucharon atentos.
Cuando le tocó hablar, el autor empezó pidiendo disculpas por el libro. La escritura le costó bastante “pensando en cómo lo iban a ver ustedes”, les dijo a los santaluceños, a quienes definió como “el lector más exigente”.
Se trata, dijo, de ver “si esto sirve o no sirve”. Habló de sus visitas a Santa Lucía, de la vuelta de los Santucho, o de los guerrilleros, como decían muchos en el pueblo, cuando llegaron por primera vez en este trabajo colectivo que confluyó en el libro, entre otras obras culturales. Y también de los militantes del PRT y el ERP. “Que nosotros hayamos vuelto es una necesidad de recuperar aquella historia”. “Recuperar la esencia de aquella historia”, insistió. Enseguida habló de la voluntad de los revolucionarios de los 70 de desafiar el capitalismo, “que es el sistema que no nos deja vivir en felicidad”. Recordó que ahí, en esa geografía, estuvieron su padre y el padre de su prima María Santucho, Oscar Asdrúbal Santucho. María también es parte destacada del colectivo que llegó a Santa Lucía hace unos pocos años, rastreando la historia de los 70.
Sentados en círculo, frente a frente, la presentación tornó intercambio. “Vos decías perdón por escribirlo, yo me permito decir gracias”, retrucó Mónica, ex directora de escuela, mirando a Mario Santucho. “Es de una profunda generosidad que te hayas animado a poner en palabras lo que ha sucedido”, agregó. Habló del “mandato de silencios” que hay en el pueblo. El libro, dijo, es un aporte que interpela. “Mario se ha tenido que poner en los zapatos del Bombo y haciendo su camino, hizo el camino de su padre”, reflexionó Marina. “Es un libro para pensar”, concluyó.
Para Delia, la búsqueda del destino corrido por el Bombo, si fue desaparecido por la represión o si logró sobrevivir, “es buscar saber qué pasó” con los más de 40 desaparecidos que tiene el pueblo. Solo los cuerpos de dos de ellos fueron encontrados, René Castellanos y Francisco Toconás. “Tenemos que empezar a poner palabras a la historia, a lo que pasó aquí en el pueblo”, invitó.
“Este libro nos dio una esperanza”, confió Sara, del Movimiento Popular La Dignidad.
Natalia Fontana, la mujer de Mario Santucho, recordó el recorrido hasta ese día. La experiencia comenzó por “ciertas curiosidades de la familia” y el impulso que dio María Santucho, quien organizó un viaje hasta el lugar donde fue asesinado su padre. Después surgió la idea “de entrar al lugar donde pelearon”, y llegaron a Santa Lucía, conocieron a Pachi Cisneros. Fue un proceso que comenzó con desconfianza y terminó con un vínculo. Natalia destacó: “haber encontrado acá en este pueblo, en esta gente, una escucha”.
Otros participantes mencionaron la dificultad de hablar de la represión y de los traumas que dejó. Muchos destacaron el “impacto” de ver reflejadas en un libro sus vivencias. Otro puso el acento en los miedos y mandatos de la represión: “Cuándo, en razón de qué, se nos metió en la cabeza que no hay que reaccionar ante la realidad”, interpeló Guillermo, para quien “hay algo de la figura del Bombo que nos tiene que hacer reflexionar sobre la realidad que vivimos”. Otro reivindicó la lucha en las calles, porque “el derecho se hace en el espacio de la vía pública”.
Ya cuando el intercambio parecía menguar hablaron Pachi Cisneros y Raúl, dos que caminaron cuando el Bombo caminaba las calles de Santa Lucía. “Agradezco a ustedes que me han sacado la palabra de la boca para poder hablar”, dijo Pachi. Raúl agradeció la posibilidad de desahogarse. Después hablaron otros. El cierre estuvo a cargo del cantautor Eloy López, que tocó la guitarra y cantó (acompañado en parte por Neka y Natalia) para que gran parte de los asistentos bailaran y celebraran el reencuentro.
Bombo, el reaparecido se presentará este viernes 7 de junio, a partir de las 19, en la sala Walter Adet de la Coordinación de Bibliotecas (avenidas Belgrano y Sarmiento), con entrada libre y gratuita. La presentación será con una mesa panel de la que participarán el historiador y periodista Daniel Ávalos, el santaluceño Pachi Cisneros, uno de los protagonistas del relato y quien conoció a Bombo Ávalos, y el autor, Mario Santucho.
Mario Santucho, hijo menor de Mario Roberto Santucho, nació en Buenos Aires en 1975 pero creció en Cuba, donde vivió hasta los 18 años. De regreso en Argentina estudió Sociología en la Universidad de Buenos Aires y desde entonces se dedica a la investigación política. Integró el Colectivo Situaciones, donde participó en la escritura de varios libros, entre ellos 19 y 20 y Apuntes para el nuevo protagonismo social. En la actualidad es editor de la revista Crisis.