Tiempo de escándalos como el presente, pocos registra la historia contemporánea. Quizás, el último suceso de un producto vencido a gran escala hayan sido los famosos “Pollos de Mazzorín”, que estaban en mal estado pero que no llegaron a comercializarse, y a decir verdad, fue un sano intento del gobierno del Dr. Raúl Alfonsín de combatir la inflación comprando pollos congelados al exterior de los cuales un 20% no llegó a venderse y que los medios y la mala intención hicieron que el tema pase a la historia convertido en leyenda negra.
Ahora, nuevamente los titulares dan cuenta de otra gran estafa a nivel social pero esta vez teñida de dramática mala intención. Algún envilecido perverso decidió combinar la cocaína, -producto masivo si los hay- con vaya a saber qué porquería venenosa y distribuirla.
Siendo que la “Merca” –como se conoce en el lenguaje popular- está instalada ya como uno de los productos de mayor demanda, debiera estar también protegida por las leyes que exige el Departamento de Bromatología para los productos de mayor consumo.
Habrá quienes les parezca escandalosa nuestra declaración, pero partimos de ser realistas y componer un cuadro de situación que se compadezca con la realidad, pues, sería la “Merca” un artículo de consumo requerido por las elites que “juegan a la rayuela nasal” (por lo de “raya”, se entiende) y que consume “de la buena”, tanto como por las clases medias y las que van dejando este país en pie, que “se dan” hasta con el polvo de los tubos fluorescentes.
Si aceptamos lo antes dicho como una realidad, concluiremos entonces que estamos ante un producto tanto o más consumido que la bebida cola de mayor venta, que tampoco le va en zaga en materia de adicciones destructivas del organismo.
Tanto es ya la “Merca” una cuestión social que hasta tiene léxico propio, Vgr: cuando quien consume es un joven/adulto del sector ABC1, es un sujeto “que tiene problemas”. Si el consumidor es un joven/adulto de las villas, “es un falopero”. Nótese cómo en el argot incluso se denota un contenido discriminatorio, cuando al fin de cuentas, el encumbrado consumidor como el marginal, se igualan en este punto; de donde esta “Merca” es más inclusiva socialmente que las políticas públicas del kirchnerismo.
Ahora bien, definidos ya que esta “Merca” es un producto de consumo masivo y que “sottovoce” todos saben que es así y hasta conocen aquí y allá algún ciudadano que la consume, estamos en un estado de cosas donde hay mercado de oferta y demanda masivo, de donde hasta habría que considerar que cotice en la Bolsa y sea considerado dentro del cuadro del Ministerio de Economía en el rubro “Productos Importados”.
Con todos estos antecedentes, debemos entonces reclamar la presencia de la Secretaría de Defensa del Consumidor en el caso que nos ocupa porque se trata de la venta organizada de un producto adulterado que ha producido una intoxicación colectiva que hasta puso en emergencia a los servicios de Salud Pública.
¿Hay que decir más para constatar que estamos frente a un producto socialmente aceptado?
Si hasta compite con las farmacéuticas cuando se distribuye como “Muestra Gratis”.
Diremos aquí ¿Es un delito? ¡Por supuesto que sí! Porque su producción, acopio y venta están penados por la ley… pero a punto de ingresar en la discusión política de las Cámaras en el Congreso Nacional ya que hay legisladores y hombres y mujeres públicas -¿así se dice?- que militan en su libre venta y consumo. No extrañaría entonces hallarnos próximamente frente a un posible artículo de “Venta Libre en su distribuidor amigo”, no menos que la Bayaspirina o similares.
Siendo un delito, debe ser perseguido por la Policía, cosa que efectivamente ocurre. ¡Pero he aquí el dato! Al parecer, la Policía y los organismos estatales relacionados al tema, sabrían de este mercado paralelo y hasta conocerían perfectamente quiénes y dónde lo realizan. De hecho, ante la muerte en dominó de consumidores, las fuerzas policiales y hasta el propio ministro de Seguridad bonaerense, el émulo de Rambo a la criolla, Sergio Berni, les cayeron directamente a la ahora famosa “Puerta Ocho”, que ostenta, malamente, un escudo del Club River Plate en el ingreso.
Luego, si se sabría dónde se vende, quién la vende porque ya está detenido el presunto cerebro de esta “Operación Masacre”, hemos de deducir con cierto grado de verosimilitud que esta “Merca” integra ya el listado de productos que se compran y venden y que el Estado conoce.
Con todos estos antecedentes queda entonces decir que si la Policía y el Estado ya cayeron a la guarida de los malandras y hasta tienen el hilo –trazabilidad lo llaman elegantemente- que llega hasta una celda carcelaria, la etapa penal está cumplida en su fase de instrucción.
Queda ahora pedir que Defensa del Consumidor se haga cargo ante la evidencia de esta existencia social por vía del derecho consuetudinario, esto es, la costumbre, de la buena calidad de la “Merca” y proceda a su control, porque así vendida sin control sanitario estatal es tan peligrosa como un “Chori” cuyo ingrediente principal porte bacterias de síndrome urémico hemolítico, como su lechuga y tomate contengan salmonella, o la mayonesa esté vencida.
El Estado debe velar por la Salud de Todos y Todas. ¿O no?