El expresidente dijo que la Argentina está entrando en una “nueva era” y que su espacio “va a actuar con mucha responsabilidad”; votó en Palermo y fue recibido por un “hombre chancho”
Apenas tres minutos y medio tardó Mauricio Macri en ingresar, emitir su voto y salir de la escuela donde le toca votar desde hace años. En un contexto inédito por la pandemia, el trámite fue exprés en la mesa 6584, donde nadie hace cola
A la salida, el expresidente vaticinó la llegada de una “nueva era” para la Argentina. “Estos dos años que vienen van a ser difíciles, pero Juntos por el Cambio va a actuar con mucha responsabilidad, ayudando a que la transición sea lo más ordenada posible para que se vuelva a poner el país en el rumbo correcto”, dijo.
Macri eludió las preguntas políticas más directas, aunque destacó: “Veo muy buenos candidatos en todo el país, haciendo las internas como corresponde. Y a partir del lunes estamos todos juntos en busca de la patria que queremos.”
Cuando llegó, Macri fue recibido por un hombre disfrazado de chancho, que quería saludarlo. “Soy candidato a diputado por el Partido por la Liberación, pero no puedo hablar por la veda. Soy la representación de todos los que se acomodan en la política argentina. Me llamo Chancho Blanco”, dijo.
A diferencia de otras veces, la costumbre de Macri de llevarle facturas a las autoridades de mesa quedó trunco. Por protocolo, el paquete, con una docena de medialunas, fue a parar a manos de los periodistas presentes, que esta vez cubren su votación a distancia. Sobre la explanada de acceso.
Puntual, Macri llegó a la escuela a las 9.30. De pantalón beige, chaleco inflable azul oscuro y barbijo claro, debió caminar treinta pasos antes de cruzar la reja y subir los once escalones para ingresar. La velocidad de su voto tiene que ver con un tema logístico que lo favorece. Su mesa es la primera a la derecha, apenas se accede al colegio. El cuarto oscuro suele ser, de lunes a viernes, el aula de primer grado.
Allí dentro, y sobre todo en sus brillosos patios, Paloma Herrera comenzó, hace casi cuatro décadas, a desplegar sus alas como eximia bailarina mientras cursaba la primaria.
El saludo con las autoridades de mesa fue cordial, pero sin besos a las mujeres ni apretón de manos a los hombres. Es un escenario extraño, inédito, muy infrecuente. Sin vecinos que lo rodeen ni gente esperando para votar que se le acerque. Las habituales selfies quedaron postergadas para otra oportunidad.
Todo ese distanciamiento se rompió una vez que el expresidente se acercó a hablar con los medios. Allí, una veintena de cronistas lo rodeó. Un racimo de manos, celulares y grabadores. Las cámaras se ubicaron a tres metros de distancia.
Macri fue el único que se quitó el barbijo para hablar. Se lo vio sereno. Destacó los cuidados sanitarios en las escuelas y arengó a la gente a votar. “Están todos los protocolos en marcha. Está todo muy tranquilo y muy seguro. Nos tocó un muy lindo día después de varios con lluvia”.
En cuanto a la continuidad de su jornada, dijo que visitará a un amigo, con quien va a almorzar, y que irá al búnker “a última hora”.
Macri dejó la escuela acompañado por dos custodios. Se fue sereno y confiado. Hace apenas dos años, en las elecciones nacionales a presidente, allí ganó con comodidad, con el 65% de los votos.