Los pueblos indígenas y las comunidades locales administran la mitad de la tierra y cuidan del 80% de la biodiversidad del planeta. A pesar de esto, un estudio reciente mostraba que recibían menos del 1% de la financiación que se dedica globalmente para reducir la deforestación. Un nuevo acuerdo histórico al que se ha llegado hoy en la Cumbre del Clima de Glasgow pone de nuevo en el centro de la conversación a los pueblos originarios y relanza su papel como guardianes de los bosques.
Para hacerlo posible, Reino Unido, Noruega, Alemania, EE UU, los Países Bajos y 17 donantes estadounidenses se han comprometido a apoyar con 1.470 millones de euros a los pueblos indígenas desde ahora y hasta 2025 en su papel como protectores del territorio y aliados en la lucha contra el cambio climático. “Es la primera vez que vemos una respuesta global a nuestras peticiones”, asegura Victoria Tauli-Corpuz, activista indígena y exrelatora especial de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas en la presentación de la medida en Glasgow. “Es el principio de la protección de nuestra gente, pero se necesita más apoyo. No hay solución a los problemas de la naturaleza sin que los indígenas estemos en el centro”, añade.
Este dinero irá destinado a los pueblos indígenas y las comunidades que conforman la Alianza Global de Comunidades Territoriales (GATC), una coalición de organizaciones de América Latina, África y Asia, que representa a 35 millones de personas de 24 países. “Esta financiación no solo ayuda a combatir la deforestación, sino también a protegernos de las futuras pandemias”, expresa Nonette Royo, abogada de derechos humanos y medio ambiente y directora ejecutiva de The Tenure Facility.
Estos 1.470 millones podrán ayudar a los pueblos indígenas y las comunidades locales a consolidar actividades en su territorio, afianzar sus estructuras, además de para adquirir la tecnología necesaria para mapear sus tierras, el registro de propiedades y la compra de estas, además de proteger a sus miembros de las amenazas que reciben como defensores de la naturaleza. “La clave es que esta financiación no irá a las grandes fundaciones conservacionistas, que son las que suelen acumular las principales donaciones, sino que llegará a las pequeñas comunidades, que en estos repartos suelen recibir muy poco dinero”, contextualiza Tauli-Corpuz. “La financiación debe estar basada en el respeto a su cultura y su forma de ver la vida”, añade Laura García, presidenta y directora ejecutiva de la fundación Global Greengrants, otra de las organizaciones donantes.
Este dinero irá destinado a los pueblos indígenas y las comunidades que conforman la Alianza Global de Comunidades Territoriales (GATC), una coalición de organizaciones de América Latina, África y Asia, que representa a 35 millones de personas de 24 países
“Este reconocimiento señala nuestro compromiso de proteger los bosques tropicales del mundo y a los que viven en ellos”, ha explicado lord Goldsmith, ministro del Reino Unido para el Pacífico y el Medio Ambiente. “La evidencia de que los pueblos indígenas y las comunidades locales son los guardianes más eficaces es abrumadora. Invirtiendo en ellos y en sus derechos comunales, también vamos a hacer frente a la pobreza, la contaminación y las pandemias”, ha añadido.
Invirtiendo en ellos y en sus derechos comunales, también vamos a hacer frente a la pobreza, la contaminación y las pandemiasLord Goldsmith, Ministro del Reino Unido para el Pacífico y el Medio Ambiente
La COP26 no es el primer evento internacional en el que las comunidades indígenas se consolidan como una voz más en las conversaciones decisivas. El pasado septiembre los pueblos nativos tuvieron un especial protagonismo en el Congreso Mundial de la Naturaleza, organizado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). La Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica), que aglutina a 3,5 millones de indígenas de nueve países, presentó la declaración Amazonía Verde: 80×25 ―una iniciativa que finalmente fue aprobada como la moción 129 de la asamblea― por la que se pedía proteger el 80% de la cuenca amazónica para 2025.
La propiedad de la tierra, clave para su preservación
Otra de las barreras que impiden que los pueblos originarios se conviertan en los mejores garantes de la lucha contra el cambio climático es la tenencia de la tierra. Aproximadamente la mitad de ella en el mundo es comunitaria, aunque algunas estimaciones sitúan esa cifra en un 65% o más.
Este sistema de territorio común sustenta a más de 2.000 millones de personas ―casi una cuarta parte de la población mundial―, incluidos entre 370 y 500 millones de indígenas. Sin embargo, solo el 10% de la tierra en el mundo está reconocida por las leyes nacionales como perteneciente a los pueblos originarios y las comunidades locales y menos aún se encuentra registrada formalmente con un título o certificado de propiedad. Como resultado, está cada vez más amenazada por las empresas e inversores que luchan por adquirir acres con fines de inversión y producción de agricultura industrial y por actividades ilegales como la tala, la minería y la caza.
Solo el 10% de la tierra en el mundo está reconocida como perteneciente a los pueblos indígenas y las comunidades locales
Pero la batalla de los pueblos indígenas por su propiedad viene de lejos. En 2017 en Estocolmo nacía el Fondo Internacional para la Tenencia de Tierras y Bosques, la primera institución mundial que se iba a dedicar a aligerar los procedimientos para que las comunidades consigan la titularidad de sus tierras y bosques. Para finales de 2020 la organización pudo mapear y gestionar la propiedad sobre más de 14,2 millones de hectáreas.