En la Vía Láctea hay del orden de 200.000 millones de estrellas, de las cuales la mayoría parece tener al menos un exoplaneta en su órbita. Por eso, resulta evidente que a la hora de explorar estos mundos los científicos se enfrentan a una tarea colosal. Una posible estrategia es intentar lo que hizo el telescopio espacial Kepler: fijarse en una región del cielo e ir en busca de los planetas situados en estrellas brillantes y lejanas. Otra es buscar por todo el cielo, pero limitarse a las estrellas más cercanas. Éstos, además, serán los que mejor podrán investigar los telescopios de la siguiente generación.