- Por: Eduardo Bisceglia
Las pócimas que se cuecen en los distintos calderos que arden en los rincones de la Legislatura provincial no siempre proporcionan los efectos pretendidos. En ocasiones salen conejos de galeras donde todos decían “Nada por aquí, nada por allá”, como ha sido la sorpresiva designación de la diputada Mónica Juárez como presidente de la Comisión de Minería, Transporte y Comunicaciones, casi nada.
Pero como todo artilugio de mágico su duración es efímera y el castillo de naipes montado por Juárez con los diputados que avalaron su nombre fue echado al suelo intempestivamente por el furioso soplido del diputado Andrés Suriani, a quien el pañuelo celeste se le puso rojó punzó cuando se enteró de la novedad.
Habría sido la cosa que Suriani ya tenía los bulones en el bolsillo para atornillarse a ese sillón cuando la mujer de los 57.000 votos lo dejó haciendo señas como el Penado 14. Envuelto en su armado de Templario, Suriani habría obligado bajo pena de ser quemados en la hoguera a que sus pares abjuraran de sus firmas en el acta, cosa que efectivamente hicieron y en un poco elegante procedimiento tacharon sus firmas y “Chau Juárez”.
Ha de decirse también que la vocera de los marginales no ha sido nada hábil para ejercer su defensa manifestando haber sido acusada por su par Diez Villa de “no saber nada de política” y de haber sufrido por parte de este diputado “una serie de desagravios”. Mal el protocolo de Diez Villa de desagraviar a una dama y luego injuriarla tratándola de bisoña y pipiola para el cargo. Este Diez Villa debe ser un marginal.
El final de esta ópera bufa será que otra vez, los caballeros de la tabla rasa habrán de reunirse para echar suertes sobre quién será finalmente el presidente de la apetecida Comisión, mientras la señora Mónica Juárez quedó destilando su bronca por “El Escape”.-
