Un hallazgo arqueológico en Turquía redefine el conocimiento sobre rituales y vida social del Neolítico

Una serie de descubrimientos realizados en el sureste de Turquía volvió a poner en debate la comprensión de la prehistoria humana. En las zonas arqueológicas de Göbeklitepe y Karahantepe, dos asentamientos considerados claves para el estudio del Neolítico, se encontraron más de 30 piezas que aportan nuevas pistas sobre las prácticas rituales y la organización social de comunidades que habitaron la región hace más de 11.000 años.

Los enclaves, ubicados sobre una meseta con vista a llanuras conocidas como “la cuna de la civilización”, revelaron recientemente una estatua con rasgos faciales asociados a un individuo fallecido, un descubrimiento que especialistas consideran excepcional. El hallazgo abre nuevas interpretaciones sobre los rituales de muerte y las expresiones simbólicas en algunas de las primeras sociedades sedentarias del mundo.

Entre los objetos excavados figuran estatuas humanas y animales, vasijas, platos, collares, cuentas y una figurilla de notable elaboración. Las autoridades turcas destacaron que estos materiales confirman que los antiguos pobladores poseían una compleja vida ritual, un sentido avanzado de organización comunitaria y una producción artística más desarrollada de lo que se creía.

El proyecto arqueológico, que abarca 12 asentamientos neolíticos en la provincia de Sanliurfa y data aproximadamente del 9500 a.C., identifica a Göbeklitepe y Karahantepe como los sitios con las estructuras monumentales más antiguas conocidas para reuniones y ceremonias. Entre ellas destacan construcciones ovaladas de hasta 28 metros de diámetro, rodeadas por pilares de piedra caliza en forma de “T”, algunos con relieves de animales y otros interpretados como representaciones humanas.

Una excavación reciente permitió identificar por primera vez un pilar en forma de T con un rostro humano tallado, un avance significativo para la arqueología de la región. Los investigadores señalan que estas comunidades podrían haber sido grupos de cazadores-recolectores que ya se encontraban asentados y organizados de manera estable, lo que desafía la idea tradicional de que la vida sedentaria surgió únicamente con el desarrollo de la agricultura.

Los responsables del programa destacaron que los nuevos descubrimientos permiten comprender con mayor profundidad cómo se alimentaban, cómo construían sus espacios y qué creencias guiaban la vida cotidiana en una etapa clave para la evolución humana.

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