¿El último clavo en el cajón del CAREM?

Carta Enviada a los Senadores, Legisladores y Autoridades Nacionales

La Entrega y Destrucción de la Autonomía Tecnológica y productiva de la Argentina

Esto es una poderosa fuente de ingresos , allí esta la prosperidad con autonomía tecnológica o la destrucción.
Hay que reaccionar y no encerrarse en una burbuja de gestiones circunstanciales / electorales y que agravan la problemática del país

Espero reaccionen.
Gracias

Raul Belmont – Director de Canal 7

El gobierno de Javier Milei paralizó la construcción del CAREM, el primer reactor de potencia con diseño 100% argentino, cuando la obra estaba avanzada (se menciona un 64% del prototipo). En lugar de completar ese prototipo, el Ejecutivo anunció que lo reemplazará por el ACR-300, un reactor modular propuesto por INVAP que hoy existe mayormente en planos y patentes, y aún no dispone de ingeniería completa ni financiamiento asegurado.

El CAREM nació en los años 80 como una propuesta pionera de SMR (Small Modular Reactor). El proyecto sufrió idas y vueltas: fue frenado en los 90, relanzado y trabajado en distintos gobiernos (con especial impulso durante la gestión de Néstor Kirchner), paralizado parcialmente por Macri en 2017, retomado con Alberto Fernández y de nuevo suspendido por la actual administración. Sus defensores denuncian que, aunque no se diga públicamente, desde octubre del año pasado no se ejecutó presupuesto y se desarmaron equipos técnicos, además de producir despidos entre trabajadores de la construcción.

Técnicamente, el CAREM es una variante de reactor de agua a presión (PWR) pero con muchas innovaciones: es modular, de menor potencia (el prototipo producirá ~32 MW —antes llamado CAREM-25— y un diseño comercial podría escalar hasta 120 MW por módulo), y cuenta con sistemas de seguridad pasivos inherentes que reducen la necesidad de intervención humana y de sistemas activos. Estas características lo hacen adecuado para abastecer zonas aisladas, polos industriales, plantas desalinizadoras o industrias electrointensivas, y permiten ahorros en transmisión al ubicarse cerca de la demanda. Además, un parque con varios módulos podría alcanzar potencias comparables a centrales más grandes (por ejemplo, cuatro módulos → 480 MW).

Las voces técnicas critican la decisión de abandonar el CAREM por razones prácticas y económicas: Adriana Serquis (ex presidenta de la CNEA) y Diego Hurtado (ex presidente de la Autoridad Regulatoria Nuclear) señalan que lo que falta para terminar el CAREM es financiable (se estima ~200 millones de dólares) frente a la enorme inversión requerida para otras opciones. Hurtado además denuncia que se desmontó el equipo especializado —un capital humano difícil de recomponer— y califica la estrategia actual como un boicot encubierto.

El reemplazo propuesto, el ACR-300 (diseñado por INVAP y con una patente en EE. UU.), promete cuatro módulos de 300 MW cada uno (1.200 MW total). Sin embargo, según exfuncionarios, sólo hay una patente y diseños iniciales; no existe ingeniería detallada ni una estimación de costos fiable. Se señaló además que INVAP cedió la patente a una empresa privada (Meitner Energy) que busca financiamiento, lo que introduce actores externos y capitales extranjeros en el proyecto.

En el plano internacional, la OCDE —a través de su Nuclear Energy Agency (NEA)— considera a los SMR como potenciales “game-changers” y mantiene una base de datos con decenas de modelos en desarrollo. En ese estudio, el CAREM estaba entre los proyectos más avanzados globalmente, lo que refuerza la crítica de que paralizarlo supone una pérdida de ventaja estratégica para Argentina en un mercado emergente.

Las razones aducidas para frenar el proyecto se mezclan: ahorro fiscal y condicionamientos externos (ajuste exigido por organismos internacionales) por un lado, y presiones geopolíticas que preferirían países tecnológicamente dependientes por otro. Desde el sector nuclear se interpreta la medida como la suma de un modelo de país que no apuesta al desarrollo propio más intereses externos que no querrían ver a Argentina como competidor en la exportación de reactores.

El futuro del CAREM queda incierto: retomar la obra es posible —hay precedentes como Atucha II, que se reactivó tras décadas y terminó en funcionamiento—, pero será costoso en tiempo y esfuerzo por la pérdida de personal y la necesidad de recomponer equipos técnicos y contratos. Completar el CAREM abriría la posibilidad de que Argentina integre el reducido grupo de países capaces de diseñar y fabricar reactores de potencia y, a la vez, ofrecería usos concretos en el país (desalinización, alimentación de industrias, electrificación de regiones aisladas) y potenciales exportaciones valuadas en miles de millones de dólares.

El CAREM vuelve a quedar en pausa en un giro que combina decisiones políticas, criterios presupuestarios y tensiones geopolíticas. Sus defensores sostienen que lo verdaderamente práctico y barato sería terminar el prototipo y usarlo como base para un modelo comercial; sus detractores, desde el actual gobierno, sostienen que no es comercialmente competitivo y prefieren apostar a una alternativa aún en papel. El debate seguirá centrado en si Argentina decide preservar su desarrollo tecnológico nuclear o ceder ese espacio a nuevos actores y caminos.

 

Ultimas publicaciones

Social Media Auto Publish Powered By : XYZScripts.com