El tramo Orán-Aguas Blancas sufre un embotellamiento diario por el masivo tránsito de vehículos que van a Bermejo en busca de productos más baratos. Productores, trabajadores rurales y servicios esenciales, gravemente afectados.
La Ruta Nacional 50, una de las arterias estratégicas del norte salteño, se encuentra al borde del colapso por la creciente ola de argentinos que cruzan a diario a Bolivia para hacer compras. El tramo entre Orán y Aguas Blancas, especialmente a la altura del Puesto 28 de Gendarmería, se transformó en un cuello de botella incontrolable, generando caos vehicular, demoras de horas y una situación crítica para la circulación regional.
Según estimaciones no oficiales, más de 15.000 vehículos por día circulan por ese corredor: autos particulares, remises, camionetas, combis de tours de compras, colectivos, camiones y hasta cisternas que transportan combustible. La marea de vehículos colapsa los carriles y las banquinas, muchas veces con maniobras peligrosas, en contramano o directamente bloqueando cualquier posibilidad de avance o retroceso, según informó un medio de prensa de salta.
El detonante de este fenómeno es económico: en la ciudad boliviana de Bermejo, los precios de productos básicos son menos de la mitad que en Argentina. Esta diferencia desató una avalancha de compradores que todos los días generan filas interminables para cruzar el paso fronterizo y regresar cargados.
El problema ya supera el tramo Orán-Aguas Blancas y comienza a afectar la autopista hacia Pichanal, con repercusiones sobre la Ruta Nacional 34, clave para el movimiento productivo y social de toda la región.

Los testimonios locales reflejan la magnitud del problema. “Las dos banquinas están ocupadas por filas de vehículos, incluso en contramano. No hay forma de circular ni de dar la vuelta. Es un peligro constante“, relató un vecino de Aguas Blancas. Otro, productor de la zona, aseguró: “Perdemos el día entero. Ya no se puede ni llegar a las fincas“.
El sector más crítico es el Puesto 28, control de Gendarmería que se convirtió en un verdadero embudo. Durante la tarde, cuando se acerca el cierre del paso internacional, se producen las mayores demoras, con tiempos de espera que superan las tres horas. “Un paciente que viene a fisioterapia desde una finca me contó que tarda cinco horas entre ida y vuelta. Es insostenible“, explicó un profesional de la salud de Orán.
A pesar de los reclamos de vecinos, productores y transportistas, hasta el momento no se aplicaron medidas concretas para ordenar el tránsito ni para establecer prioridades entre quienes cruzan por razones comerciales, sanitarias o de trabajo.
El intendente de Orán, Baltasar Lara Gros, confirmó que se realizaron reuniones con sectores productivos y autoridades nacionales. “El tráfico de camiones aumentó por la cosecha y la situación es crítica. Avanzamos en un proyecto de obra que permitirá descomprimir el tránsito en el Puesto 28 y garantizar el normal desarrollo de la actividad productiva”, declaró a un medio de prensa de Salta. Según el jefe comunal, las obras comenzarían en las próximas semanas.
Mientras tanto, el norte salteño vive un colapso diario, con trabajadores que no pueden llegar a sus destinos, ambulancias que no logran pasar y productores que ven amenazadas sus cosechas por la falta de logística. La falta de planificación y respuesta rápida pone en jaque no solo la movilidad, sino también la economía regional y la seguridad vial.
El paso de Aguas Blancas, diseñado para un flujo moderado, ya no resiste el aluvión de argentinos empujados por la inflación local a buscar alternativas en Bolivia. Y si no se implementan soluciones urgentes, el colapso amenaza con extenderse más allá de las rutas.