En la mañana del lunes 30 de diciembre, un grupo armado atacó una base de la Infantería de la Unidad Regional II de Eldorado, en la provincia de Misiones, Argentina, situada cerca de la frontera con Paraguay. Durante el asalto, un cabo de policía, Mauricio Miñarro, fue asesinado de un disparo en la cabeza. El ataque ocurrió justo antes del cambio de turno de guardia, lo que permitió que su relevo encontrara el cuerpo sin vida.
Además de la tragedia, se descubrió que habían sido robadas varias armas: un fusil automático ligero y dos escopetas calibre 12-70. Las autoridades argentinas sospechan que el ataque podría haber sido perpetrado por una banda narco de origen paraguayo, liderada por Rodrigo Leonel Centurión, alias “Chela”.
La hipótesis se apoya en el hecho de que miembros de esta banda habrían ingresado ilegalmente al territorio argentino el 20 de diciembre, según informó la Gendarmería argentina tras recibir denuncias de los vecinos de la zona de Iguazú. A esto se suma que la Comisión de Coordinación y Evaluación para la Frontera Norte había emitido una alerta días antes, el 15 de diciembre, para los puestos de control de la policía de Misiones.
El ataque se complicó cuando uno de los criminales intentó robar una avioneta que se encontraba en la base militar. El tipo de armamento robado no es habitual entre los delincuentes comunes, pero sí entre organizaciones criminales como el Primer Comando da Capital (PCC), una banda que controla el tráfico de drogas en Paraguay y que, según las autoridades, ya estaría operando en Misiones.
El PCC estaría utilizando avionetas para transportar drogas, como marihuana y cocaína, que luego son distribuidas en puertos de Rosario y Buenos Aires. Este incidente también resalta la creciente preocupación sobre la hidrovía Paraguay-Paraná, descrita como una “superautopista de la cocaína” en una reciente investigación de The Washington Post. Esta vía fluvial conecta varios países, incluido Paraguay, y es utilizada para el tráfico de drogas, lo que podría haber facilitado el acceso de los delincuentes a la región argentina.
El ataque y los robos se producen en medio de una creciente crisis en la cooperación antidrogas, especialmente entre la DEA de EE. UU. y la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) de Paraguay, lo que está complicando las investigaciones sobre narcotráfico y sus vínculos con la política local.