En medio de los enfrentamientos en el radicalismo y el peronismo, el Presidente y el gobernador de la provincia de Buenos Aires buscan lograr un consenso para poder avanzar con sus objetivos en el Congreso.
El presidente Javier Milei parece gozar con la polarización que profundiza su enfrentamiento con Cristina Kirchner y las peleas internas en el peronismo y el radicalismo. Pero todo puede complicarse para el mundo libertario.
El Gobierno necesita garantizar, por ejemplo, los votos necesarios para aprobar el Presupuesto 2025 y para trabar el tratamiento de un proyecto que limita los decretos de necesidad y urgencia (DNU) del Poder Ejecutivo.
Curiosidades de la política argentina: el kirchnerismo quiere bajar lo que su jefe político Néstor Kirchner llevó a la máxima expresión y Cristina siempre se opuso a limitar. Es que ahora gobierna Milei.
Pero la estrategia libertaria comienza a chocar con las crisis que envuelven al peronismo/kirchnerismo y al radicalismo. La división no siempre es buena consejera y suele repercutir en el Congreso.
Esto lo puede vivir Javier Milei, pero también el gobernador Axel Kicillof en su legislatura bonaerense, a raíz del fuerte enfrentamiento que mantiene con Máximo Kirchner y La Cámpora, con final incierto.
Kicillof tiene pendiente un paquete de leyes que son fundamentales para encarar el próximo año de gobierno en la provincia. El telón de fondo es la elección de la nueva conducción del Partido Justicialista, el 17 de noviembre, donde Cristina Kirchner deberá enfrentar, por ahora, a la lista que encabeza el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela.
El peronismo enfrenta una nueva disputa por el liderazgo
Cristina siempre le escapó a las internas del PJ, pero ahora parece no tener otra alternativa, aunque está segura que ganará con amplitud. Es más, la presencia de Quintela contribuirá a legitimar su victoria.
Lo que parece negar Cristina es que su poder no es el de antes y que ya se le animan a cuestionar un liderazgo que, hasta el rotundo fracaso del gobierno de Alberto Fernández, nadie parecía desafiar.
El centro de la disputa es la provincia de Buenos Aires, el principal bastión no solo del kirchnerismo sino también del peronismo.
Para CFK es muy importante consolidar su conducción en el PJ porque se viene un tiempo complejo en el ámbito judicial. La Cámara de Casación Penal se encamina a confirmar la pena a 6 años de prisión en la causa llamada Vialidad y la inhabilitación para ejercer cargos públicos. Necesita a todo el peronismo unido que la defienda.
Hay varios dirigentes que están trabajando para lograr una cumbre que destrabe todo. Sentar frente a frente a Cristina y Axel pero con la predisposición de ambos a sellar un acuerdo. De lo contrario, no tendría sentido.
Consideran que el papelón que los dos protagonizaron durante el acto de homenaje a los 47 años de lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo tiene que ser considerado un punto de inflexión. Hasta Estela de Carlotto tuvo que admitir en público que hubo una “frialdad bárbara”, que “no se hablaron” y que “parecían chicos”.
La disputa interna del radicalismo
Por otro lado, la división del bloque radical en la Cámara de Diputados tampoco parece ser una buena noticia para Milei. La dupla Martín Lousteau y Facundo Manes (con la bendición de Coti Nosiglia) armaron su propio espacio de 12 legisladores.
Los otros 21, bajo la conducción del presidente del bloque, Rodrigo de Loredo, se reunirán el martes para definir como siguen. No solo dentro del radicalismo sino en su relación con el gobierno nacional.
Con este panorama, Milei se volvió a recostar en los gobernadores para juntar consensos y votos en el Congreso. Pero ya no los junta a todos, sino que lo hace por sectores más afines, aunque los reclamos siguen siendo los mismos: que cumpla con lo que prometen sus funcionarios.
Días pasados recibió a tres del PRO, Jorge Macri (CABA), Ignacio Torres (Chubut) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos) y a los provinciales Claudio Poggi (San Luis) y Marcelo Orrego (San Juan).
Además, se encarga de cultivar la buena relación que mantiene con los peronistas Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Raúl Jalil (Catamarca) y los eventuales aliados Gustavo Saenz (Salta) y Hugo Passalacqua (Misiones).
Esta semana cerrará la ronda de diálogo con los radicales Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Gustavo Valdéz (Corrientes) y Alfredo Cornejo (Mendoza).
El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el secretario del Interior, Lisandro Catalán, volvieron a tener un rol fundamental en la negociación política en el Congreso y con las provincias, aunque bajo el estricto control del tándem que conforma el triángulo de hierro de Milei, su hermana Karina y el todopoderoso asesor Santiago Caputo.
Lo que parece inevitable es el paro del transporte previsto para el próximo miércoles. Solo falta que se sumen los choferes de la UTA, cuya conciliación obligatoria vence el lunes.
El acuerdo con los empresarios parece lejano, porque reclaman un aumento del boleto o de los subsidios. De todas formas, la UTA debe decidir si le da una fuerza total al paro del transporte o hace una huelga otro día para demostrar su poder.
La división de la CGT parece, por ahora, favorecer a Milei. No hay a la vista un nuevo paro general a pesar de las presiones de Pablo Moyano y los sindicalistas cercanos a Cristina.
Mientras tanto, el Gobierno parece disfrutar este momento con la baja de la inflación y del riesgo país y la quietud del dólar.
Los mercados reaccionan en alza y el FMI muestra optimismo por el futuro, sin dejar de reclamar por la salida del cepo, aunque esperan que Milei muestre un mayor consenso y respaldo político para las medidas y las leyes que busca la Casa Rosada.
Pero no son los únicos, el Papa Francisco sigue reclamando lo mismo y su viaje a la Argentina todavía está muy lejano, algo que parece no importarle demasiado al presidente Milei. Lo diga o no en público.