La recuperación proclamada por el presidente Alberto Fernández no aparece. Todos los indicadores tempranos de la actividad industrial registraron otra caída más para el término de diciembre de 2022, consolidando una tendencia recesiva que se pronuncia desde el pasado mes de agosto.
El índice adelantado de actividad industrial elaborado por el CEP-XXI, un indicador que tiene en cuenta el consumo energético sobre la base de Cammesa, concluyó que la producción fabril tuvo una nueva caída del 0,6 por ciento en diciembre de 2022.
Se trata de una estimación que sirve como una suerte de adelanto a lo que se dará a conocer más tarde con el IPI manufacturero que elabora el INDEC.
El CEP-XXI concluye que la actividad industrial se desplomó un 2,7 por ciento en comparación con diciembre de 2021, y para la totalidad del año 2022 habría acumulado un repunte del 4,5 explicado principalmente por la variación durante la primera mitad del año. A partir del violento episodio inflacionario de julio la reactivación fue abortada.
Uno de los sectores más directamente afectados por la tendencia recesiva en diciembre fue el rubro automotriz. Si bien registró un buen desempeño en el acumulado de 2022, la Cámara de Fabricantes de Autos informó que en diciembre la producción automotriz fue de 37.119 unidades, un 6,9 por ciento menos en comparación con diciembre de 2021.
Asimismo, otra alarmante retracción registrada en diciembre fue la pobre evolución de las ventas en los despachos de cemento.
La Asociación de Fabricantes de Cemento Portland (AFCP) informó de una violenta caída del 7,3 por ciento sólo en diciembre de 2022, y hasta 9,4 en comparación con el mismo mes de 2021.
La caída de las ventas en despachos de cemento también marca un adelanto para el que podría ser el dinamismo de la actividad constructora, uno de los sectores más afectados por la recesión.
Cabe recordar que el índice ISAC de la construcción, que elabora el INDEC, cayó un 2,3 por ciento en agosto, 2,8 en septiembre, 3 en octubre y 0,5 en noviembre. Lejos de producirse algún tipo de reactivación, la actividad muestra indicios de evidente agotamiento.
La consultora Orlando Ferreres & Asociados también concluye que la actividad manufacturera habría caído en diciembre, y proyecta una variación del -0,3 por ciento en comparación con el mes anterior según la serie desestacionalizada del indicador.
Para OJF, las mayores caídas interanuales de diciembre se observaron en la producción de alimentos (-3,5), la fabricación de maquinaria y equipo (-4,5), y la producción de minerales no metálicos (-10,4). Considerando la totalidad de los sectores, se registró una caída del nivel de actividad industrial del 1,3 interanual.
El caso de la producción alimenticia fue especialmente dramático, no solamente cayó en diciembre y en acumulado de 12 meses, sino que además tampoco logró tener crecimiento por el efecto del arrastre estadístico contra 2021. Este sector registró una caída del 3,3 por ciento entre enero y diciembre de 2022, la variación negativa más significativa de entre todas las relevadas por la consultora.
La escasez de divisas al tipo de cambio oficial (un costo generado por el cepo cambiario) obliga al Gobierno y al BCRA a imponer severos controles sobre las importaciones, y este hecho demostró ser el talón de Aquiles para la sostenibilidad del crecimiento económico. Este esquema se encuentra totalmente agotado, la economía argentina ya no es capaz de sortear la “restricción externa” autoimpuesta.