En defensa de la vida humana naciente, contra el genocidio infernal

Por: José Arturo Quarracino

En este día en que la Cristiandad celebra la encarnación del Hijo de Dios en el seno de la Virgen María,
desde 1998 celebramos en Argentina el Día del Niño por Nacer, por iniciativa del gobierno nacional de ese
entonces, sancionada mediante el Decreto 1406/98.
Esta celebración es, además de una festividad religiosa para los creyentes, una reafirmación política
del compromiso de defender por todos los medios posibles la vida de los niños que son asesinados antes
de que sus madres den a luz, compromiso asumido por los argentinos de bien frente al genocidio brutal
diseñado, planificado y llevado a cabo por quienes se creen los “dueños y amos del Universo”, por encima de
toda ley y racionalidad, que en los últimos años han promovido la muerte de 50-60 millones de personas por
año, antes de que nazcan.

Genocidio propio de bestias y de hienas, que se ha encarnizado contra los seres humanos más inocentes
e indefensos de todos, utilizando todos los recursos a su disposición -médicos, tecnológicos, científicos,
institucionales, jurídicos, educativos- en forma inapelable, contra quienes no han cometido ningún delito
y no tienen posibilidad de defensa alguna. Genocidio que consagra la “ley” de las bestias que impera en la
selva: el predominio del más fuerte contra el más débil de todos los seres humanos.
Genocidio propio de trogloditas, que utilizan el poder estatal para asesinar “legalmente”, cuando
históricamente la función del Estado ha sido la de defender al más débil de la prepotencia e injusticia del más
fuerte. Sólo en la época prehistórica y pre-humana se ha visto tal expresión de barbarie y salvajismo, que
como los grupos de tareas de las dictaduras contemporáneas invisibiliza y aniquila a sus víctimas, negándoles
el carácter de personas humanas que les reconocen leyes y Constituciones nacionales y Tratados
internacionales.

Genocidio totalmente ilegal e irracional, porque no hay ningún Tratado internacional ni ninguna
Tradición jurídica que haya consagrado el aborto como derecho de la mujer para matar a su hijo antes de que
nazca. Derecho inventado por uno de los personajes más nefastos de la Oligarquía financiera globalista
depredadora -John Davison Rockefeller-, quien definió al asesinato prenatal como “derecho de la mujer para
determinar su fecundidad” (1972).

En definitiva, el inventado “derecho al aborto” no es otra cosa que la reivindicación lisa y llana de matar
y asesinar, como “derecho” de matar al propio hijo.

Una verdadera actitud propia y típica de trogloditas, que desconocen que ya las primeras civilizaciones
antiguas -sumeria, babilónica, persa, egipcia, etc.-, no sólo reconocían el origen divino del ser humano como
creación de los dioses, sino que además reconocían en los hijos la bendición divina por excelencia para todo
ser humano, y en el caso del filósofo greco-macedónico Aristóteles, los hijos eran el modo en el que el ser
humano -varón y mujer- vencía a la muerte, no como individuo sino como especie. No es sólo el cristianismo
quien postula al hombre como fruto de la creación divina, sino que ha sido la sabiduría ancestral de los
pueblos de la Antigüedad la que reafirmó solemnemente el carácter de los hijos como bendición divina para
sus progenitores, convicción también consagrada en las Sagradas Escrituras: “La herencia de Yahveh son los
hijos, recompensa el fruto de las entrañas” (Sal 126, 3).
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En una extraña y esquizofrénica alianza, tanto la plutocracia financiera depredadora angloamericana como
el progresismo socialdemócrata ateo y secularizante -excrecencia degradada de la filosofía materialista
marxista y totalitaria y supuesto enemigo de aquél-, no sólo rechazan y repudian la esencia divina del ser
humano, sino que en el caso de los niños por nacer han ido escalando en sus deseos de matarlos: no sólo
postulan el “derecho” a eliminarlos sin motivo alguno en las primeras catorce semanas, han comenzado
también el “derecho” de matarlos hasta las 24 semanas de gestación, y en el colmo de su odio visceral postulan
el “derecho” de asesinarlos hasta el instante previo a su nacimiento o directamente dejarlos morir en sus
primeros 28 días de existencia fuera del seno materno.
Lo paradójico es que la reivindicación del “aborto como derecho” ha impuesto -más allá de toda norma
legal y constitucional, nacional e internacional- que los niños por nacer son el único grupo humano en el
mundo que tienen el “derecho” de padecer la pena de muerte, sin haber cometido ningún delito y sin
que nadie los defienda legalmente.

Es cada vez más evidente que la sociedad post-moderna y el Nuevo Orden Internacional impulsados por
los “amos del Universo”, los promotores del Imperialismo Internacional del Dinero, fundan su existencia y
su razón de ser en un extraño y diabólico pacto a favor del genocidio prenatal, lo que como Humanidad nos
hace retroceder a las épocas más oscuras y sombrías de la Era Troglodita.

Es por eso que frente a la barbarie demoníaca y antihumana del holocausto demográfico prenatal, millones
de seres humanos nos ponemos de pie y enfrentamos y combatimos a los mercaderes de la muerte y a sus
agentes mercenarios, para defender a los seres humanos más inocentes e indefensos de todos, sin los recursos
materiales con que cuentan los cobardes criminales sembradores de homicidios, pero con la firme decisión de
defender y salvaguardar a quienes son la bendición divina por excelencia que Dios derrama en el mundo, con
la fe en el Todopoderoso y con la Verdad y el Amor en nuestros corazones, para enfrentar ese poder diabólico
que odia la Creación divina y pretende destruirla, porque es incapaz de derrotar a Dios.

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