Guillermo Jaim Etcheverry: “Steve Jobs lamentaba haber contribuido a la idea de que la educación se resuelve con computadoras”

“Hay una gran tendencia al facilismo. La escuela, la institución, es concebida como un lugar de opresión donde hay víctimas de un sistema del cual deben liberarse, y la tendencia es a hacerlo todo cada vez más fácil, más sencillo”, dijo Guillermo Jaim Etcheverry, ex Rector de la UBA, actual presidente de la Academia Nacional de Educación, al ser consultado sobre los motivos que lo llevaron a suscribir, junto a otras personalidades de la cultura, un fuerte documento que denuncia la política educativa y pide a las autoridades “educar en serio y reconstruir la escuela argentina” (ver el documento completo y las firmas en este link) .

“Que los chicos después de 12 años de escuela no comprendan lo que leen es un escándalo. Y eso pareciera conmover a nadie”, dijo Jaim Etcheverry.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“La idea del documento fue la de alertar sobre las graves consecuencias de disimular esto que está pasando. El hecho de que se den por aprobados años que no se han cursado, que no se evalúen los contenidos, que se trate de simplificar la promoción agrupando materias por áreas… en realidad es un engaño”, afirmó, en referencia a las últimas medidas tomadas por las autoridades educativas que flexibilizaron al extremo los requisitos pedagógicos para pasar de un año a otro. Medidas que causaron un fuerte descontento en los docentes y del cual se hicieron eco los firmantes del documento al denunciar el “vaciamiento educativo que compromete el porvenir de la Patria”.

Entrevistado por el periodista Nelson Castro en TN, Jaim Etcheverry dijo también que “repartir computadoras está bien, pero la tecnología no resuelve el problema de la educación”. Y recordó que Steve Jobs decía: “Estoy arrepentido porque contribuí a crear la idea de que el problema educativo se resuelve con computadoras. Y el problema educativo lo resuelven las personas. Yo soy lo que soy por los maestros que he tenido, no por las computadoras”.

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Algunos de los firmantes de la petición por la educación: (de izq a der) Pedro L. Barcia, Horacio Sanguinetti, Luis Alberto Romero, Marcos Aguinis, Hilda Sábato. (Abajo, de izq a der: José E. Burucúa, Diana Cohen Agrest, Guillermo Jaim Etcheverry, María Sáenz Quesada, Santiago Kovadloff

 

Etcheverry también citó a Hesíodo: “Educar a una persona es ayudarla a ser lo que es capaz de ser”. “O sea, dos elementos: ayudar y ver cuáles son las posibilidades de ese ser humano. Se habla del futuro. Se dice: ¿para qué los estamos preparando?, o: formamos estudiantes para una sociedad que no sabemos cómo será… pero nunca se supo, siempre fue así. Por eso lo importante son los saberes esenciales, las herramientas básicas. Si saben leer y escribir, si comprenden lo que leen, si se saben expresar, si tienen capacidad de abstracción y posibilidad de orientarse en el tiempo y espacio históricos, pueden hacer cualquier cosa”, se explayó.

UN PAÍS DE HUÉRFANOS

“Cuando llegamos al mundo tenemos una herencia -dijo Jaim Etcheverry-. No creamos todo de nuevo. Y tenemos derecho a que nos pongan en posesión de esa herencia. Eso lo hacen los padres y la escuela. Nos formamos como personas a través de la apropiación de esa herencia. Pero hoy cada vez lo hacemos menos, dejamos a los chicos al arbitrio de la actualidad”. Y señaló que la tecnología, el acceso permanente a la información, “nos crea la ilusión de saber, una ilusión de saber que es peligrosa y está muy estimulada”.

“Los chicos que no entienden lo que leen y no tienen capacidad de abstracción son hijos de nadie. Por eso hablo del país de los huérfanos, porque nadie los reconoce, nadie se siente aludido por esta crisis”, dijo. Y agregó: “Se priva a los chicos de una experiencia de superación, se les oculta la herencia a la que tienen derecho, se los limita en sus posibilidades de acceder a sus propias alternativas de desarrollo, a aprender a ser lo que son capaces de ser”.

Se congratuló de que durante la pandemia los padres se hubiesen comprometido con la defensa de la escuela y de las clases presenciales, pero sostuvo que así como “se preocuparon por abrir las escuelas también se tienen que preocupar por la calidad de la educación”.

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También defendió las evaluaciones, eludidas por las autoridades que no quieren mostrar su fracaso pero también inexplicablemente denostadas por pedagogos y por el sindicalismo docente: “La evaluación es fundamental dijo Etcheverry-: le permite a la persona que aprende saber dónde está parada y más aun cuando esa evaluación se manifiesta a través de una certificación. Ahora bien, hay una responsabilidad social en la persona que certifica ese conocimiento. Por eso los docentes se ven tan preocupados por todas estas presiones que sufren para facilitar el pasaje de un año a otro”.

Por otra parte, Jaim Etcheverry relacionó la evaluación con la exigencia, otro concepto que parece desterrado de muchos discursos pedagógicos de hoy. “La evaluación tiene la importancia de la exigencia -dijo-. Los chicos tienen derecho a ser exigidos. Es un derecho. Porque implica que a uno le importa el otro. El hecho de que un padre, un maestro, le exija al chico implica que está atento a lo que puede rendir, es una demostración del interés que tiene por ese niño. No exigir es una demostración de desinterés”.

La escuela ha perdido su rol de integración y de promoción social. “Los que más necesitan educación son los que están en peores condiciones socioeconómicas. Pero hoy la escuela en vez de promover socialmente agrava esa brecha. Hoy educamos a los chicos en guetos. Los ricos con los ricos, los pobres con los pobres. El proyecto fundamental de nuestra educación fue el de integrar a los inmigrantes y construir ciudadanía. Y eso sigue siendo fundamental: integrar y formar ciudadanos”.

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(Crédito: Santiago Saferstein)

Señaló que en Francia, donde también la pedagogía moderna ha causado estragos en una educación que era de excelencia, hoy se está volviendo al dictado, considerado obsoleto, una “práctica anticuada”, pero que defendió porque “permite fijar vocabulario, ampliarlo, acceder a textos literarios, afinar el gusto… ”

Se permitió entonces una ironía, leyendo una parrafada de una profesora de Institutos de formación docente que en una entrevista se refirió al dictado: “Como técnica o estrategia por sí misma ya no se utiliza en las escuelas, quizás en algunos privados, donde hay una mirada más tradicional”, leyó Jaim Etcheverry, para luego cuestionar “esa idea de que lo tradicional es olvidable y que todo tiene que ser nuevo…”. A continuación siguió leyendo la respuesta de la docente sobre el dictado: “Es importante que cualquier estrategia esté acompañada de intervenciones docentes significativas que formen parte de secuencias más largas, de progresión y complejización de saberes, sea en dictado, en cadáver exquisito o en cualquier experiencia de celebración de la palabra o apropiación de sus formas y función, porque como en toda producción de saberes si no es crítica y reflexiva nos quedamos en la mera reproducción que en algún momento se olvida…”

Irónico, se volvió hacia el entrevistador y le preguntó: “Los maestros que nos enseñaron a nosotros, ¿habrán dicho estas cosas? La formación docente, la pedagogía contemporánea, está muy impregnada de esa lengua oscura, compleja, que será muy buena para la teoría, pero en los hechos…”.

 

 

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