La conmemoración del Natalicio del General Martín Miguel de Güemes, en los momentos que vivimos resulta el espejo esencial ante el cual mirarnos como sociedad. La contemplación del Padre de la Patria Gaucho nos devuelve la imagen más lacerante del estado de decadencia política, espiritual, moral y patriótica en que nos hallamos hundidos.
El breve tiempo en que el General Güemes transitó el plano terrenal de aquella Salta era tanto más complejo que el actual. Una sociedad sin gobierno firme, sin instituciones –o al menos pocas y dominadas por los españoles-, donde el analfabetismo era casi total, donde la mujer no tenía espacio y donde no existía la democracia y sus valores de modo que la mayoría permanecía desplazada.
La guerra dejaría una economía destrozada y avivaría los odios de los sectores patricios contra ese traidor a su clase como consideraban a Güemes cuando en realidad eran ellos quienes se habían convertido en traidores a la Patria.
Sin recursos, con pocos leales en su entorno, desamparado del gobierno nacional porteño para el cual las internas de la economía y el poder valían más que la lucha en el norte, con milicias cuyo único patrimonio era su familia y el caballo que ponían a disposición del General Güemes porque lo que importaba era la Libertad, así, logró sellar junto al General Manuel Belgrano y al General José de San Martín, la Independencia de la Sudamérica.
Por eso, hoy, la figura del General Martín Miguel de Güemes es un espejo donde habría que mirarnos para hallar los valores espirituales, cívicos y políticos que hicieron posible que ese líder cohesionara a una sociedad en crisis detrás de categorías superiores que más allá de su muerte temprana le han sobrevivido.
Sus palabras ante el ofrecimiento –coima- de los españoles de dejar la lucha a cambio de títulos, honores y dinero: “Güemes, noble y rico de nacimiento dejó todo por la Patria”, son la bofetada más sonora a los felones que se enriquecen con la cosa pública y lucran hoy en cargos públicos con su figura mientras hunden a sus conciudadanos en la pobreza y la marginación. Todo lo contrario de lo que hiciera el General Güemes.
En su Aniversario, saludamos la Memoria de aquel Guerreo, pero antes, del hombre que cultivó la honestidad de los procedimientos, que le dio valor al ejercicio de la política convirtiéndola en una herramienta de progreso social y que sublimó el sentido del patriotismo a costa de su vida, valiéndole la gloria eterna.
Sus palabras proféticas: “Si las generaciones presentes nos son ingratas, las futuras venerarán nuestra memoria, que es la recompensa que deben esperar los patriotas”, adquieren hoy su verdadero significado, por eso este recuerdo emocionado a la figura de nuestro Prócer Gaucho.-
Por eso, considerar a Güemes fuera del marco de la Gesta Güemesiana es reducir su figura y desconocer el esfuerzo de los salto-jujeños y altoperuanos que lograron contener a unos de los mejores ejércitos del mundo mientras San Martín ponía en marcha el Cruce de los Andes, otra epopeya de la Guerra de la Independencia.
