Por Ernesto Bisceglia.
En ocasiones plantear un debate con el ánimo de aproximarse a la verdad hace que se corra el riesgo de quedar como un loco peregrino. Pero de un análisis somero nomás, surge evidente que en este tema de la pandemia hay demasiada basura mediática que lamentablemente pesa más que la información de base científica que se divulga pero que casi nadie lee. Asistimos a un momento histórico donde la mentira es la medida de todas las cosas: “La vacuna os hará libres”: La gran mentira del Sistema.
No es motivo de estas elucubraciones discutir sobre la verdad o no del virus y menos todavía sobre la elocuencia curativa de las vacunas que en sucesión indeterminada e interminable se van inyectando en los sistemas biológicos de ancianos, jóvenes y ahora niños.
La cuestión sobre la cual tentamos discernir ahora es aquella que afecta al ciudadano en su materia de tal ya que esta pandemia de SARS COV 2 (Y faltaría el SARS COV 3, ya enunciado en 2008 pero aún no en la calle), a diferencia de otras como la famosa “Gripe Española”, ha cambiado los paradigmas de la realidad mundial. Dicho más simple, le cambió la vida a todo el mundo.
La Gripe Española se llevó unos 40 millones de individuos y su vacuna demoró alrededor de una década en investigarse y experimentarse, pero aun así la vida del planeta continuó de manera normal, incluso con dos guerras mundiales posteriores. Pero ahora, un virus que un murciélago le contagió a un chino cochino vino a voltear las fronteras de los países, a reducir sus Constituciones y sus derechos y garantías a un papel sin valor y a eliminar una cantidad de fuentes laborales que hasta ahora eran presenciales y ahora se ejecutan a distancia.
Y estos cambios no sólo no volverán atrás sino que se profundizarán.
De pronto, la Constitución Nacional –y en nuestro caso de Salta, la provincial- han sido suplantadas por un equipo de fulanos, algunos de cuestionable nivel de razonamiento y cientificidad, quienes deciden en “concilium extra homines” quiénes salen, quiénes se quedan, quiénes transitan, quiénes no, inaugurando un camino que en un vuelo de imaginación nos puede hacer pensar que lleguen a decidir quiénes viven y quiénes no.
La crisis sanitaria le ha puesto a estos grupos como el COE un poder incalculable que podrían llegar a utilizar con sentido político incluso. Estamos a un paso de que algún alterado mental piense en otro Gueto de Varsovia para no vacunados.
En el caso local esta secta de empoderados en más de una oportunidad ha tomado decisiones que resultaron contradictorias, como por ejemplo, cuando autorizan fiestas de miles de personas y prohíben reuniones familiares, y otras por el estilo.
Entonces, lo que la pandemia ha venido a poner en riesgo es el valor de los derechos y garantías del ciudadano y la víctima propiciatoria de este evidente sistema de control global es la Libertad que siendo el valor más elevado después de la Vida, ha venido a quedar reducido al espacio de una jeringa.
Insistimos en que la cuestión de la enfermedad es ajeno, incluso el potencial curativo de la vacuno, sino que ponemos –por ahora- el acento en el necesario despertar de los ciudadanos que están siendo conducidos como ganado y obligados a vacunarse so pena de convertirse en parias sociales.
La letra del Libro de la Revelación es muy clara en esto cuando dice: “Y no podrá comprar ni vender sino aquél que tenga la marca de la Bestia” (Ap. 13-17).
Sin temor tenemos que afirmar que la humanidad está trasponiendo nuevamente el portal de Auschwitz donde otra vez cuelga el cínico lema: «Arbeit macht frei» (El trabajo libera). En este caso diciendo “La Vacuna os hará libres”.
Diremos sobre esto último también aquello de la Escritura: ¡El que pueda entender, que entienda! (Mt. 11-15)
