El Nuevo Orden Mundial ha movido una última pieza del plan maestro para imponer un gobierno único a nivel global. El pánico provocado por el brote del Coronavirus 19, cuyo origen se desconoce, se ha traducido en la imposición de confinamiento, aislamiento social, cierre de fronteras, limitación de las libertades, control mental y, en el caso de Chile, un Estado de Catástrofe. El carácter profético de estos sucesos es que todos los aceptan sin el más mínimo cuestionamiento: derechas, izquierdas, capitalistas, comunistas, ricos, pobres, masones, illuminati, ateos, ecologistas, justos y pecadores; medios de comunicación, iglesias, Fuerzas Armadas, Carabineros, organismos internacionales, bancos centrales, la mafia, la Primera Línea e incluso, de comprobarse el contacto, seguramente los extraterrestres.
El espíritu de obediencia que se materializa a través del miedo difundido por los gobiernos, lleva a pensar que en el mejor de los casos se puede pasar fácilmente a la rápida implantación del reino del Anticristo, a quien las cándidas masas inconscientes venerarán como si se tratase del verdadero Cristo. La profecía dice que aceptarán el sometimiento y el trabajo en provecho de la elite poderosa. Pero cualquiera que sea ese gran objetivo final, es imprescindible primero imponer el gobierno mundial.
El proceso de globalización iniciado a comienzos del siglo XX ha sido una de las primeras facetas para el establecimiento progresivo del Nuevo Orden Mundial. Posteriormente, se han implementado una serie de programas, actividades, acciones de los “controladores”, formas ocultas de vigilancia sobre la totalidad de la población, el desarrollo de armas secretas que controlan el clima y el bioterrorismo para la diseminación de enfermedades. La clave consiste en mantener a todos en la ignorancia. Para ello, fomentan las divisiones y conflictos, yendo tan lejos como implementar actos terroristas a fin de culpar a inocentes, creando así, por un lado, la división entre las víctimas y, por el otro, una situación que facilita la implementación de medidas coercitivas y dictatoriales.
El Nuevo Orden Mundial cobra más vida que nunca y se funde en una masa de sombra. Sopla el viento de la corrupción disolviendo todo lo creado con tanto esfuerzo. Alzo los ojos al firmamento en el que brillan las grandes estrellas por encima de las altas copas de los árboles y recuerdo aquella hora en que habíamos levantado las manos al cielo, jurando que volveríamos a ser libres.