Las multinacionales farmacéuticas han sido puestas en jaque por un manizaleño, Germán Velásquez, ex director del Programa de Acción para los Medicamentos Esenciales de la Organización Mundial de la Salud.
La declaración de principios del manizaleño está consignada en el documento Globalización y acceso a los medicamentos (1998), firmado por Velásquez y Pascale Boulet, en el cual la OMS se refiere al impacto de la Organización Mundial del Comercio – activa desde 1995- sobre las políticas farmacéuticas nacionales.
El texto, conocido como El libro rojo , gira en torno de la interpretación del Acuerdo sobre los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (Adpic), uno de los contratos multilaterales de cumplimiento obligado para los miembros de la OMC.
Armas del Tercer Mundo.
Lo incómodo del documento radica en que, a pesar de reconocer la validez de estos compromisos comerciales, les recuerda a los países en desarrollo que el Adpic contempla normas de control sobre los monopolios. En otras palabras, que cuestiones como las patentes de los fármacos innovadores se pueden obviar en determinadas circunstancias.
Los controles más importantes son dos, según Germán Holguín, representante de Misión Adpic, iniciativa ciudadana creada en 1999 para la defensa del consumidor de medicamentos en Colombia.
Las licencias obligatorias – explica el médico- consisten en que un país puede forzar a un inventor a darle licencia de producción sobre su innovación a otro u otros fabricantes, en caso de extrema necesidad nacional como combatir una epidemia o cuando el inventor no explote la patente.
La otra figura que establece el Adpic es la de importaciones paralelas, es decir la posibilidad de importar un producto cuando su fabricante lo ha puesto, legítimamente, a un precio menor en el comercio de otro país .
Estas, que fueron las armas de Mandela, amenazan con hacer carrera en otros países. Hace dos semanas, el Gobierno brasileño anunció su decisión de ignorar la patente del Viracept, un fármaco contra el sida desarrollado por la multinacional suiza Roche.
Ahora el laboratorio se encuentra en negociaciones con el Ministerio de Salud del Brasil, que exige una rebaja del 40 por ciento en el precio del medicamento, que hoy alcanza los 250 dólares, la mitad de lo que cuesta en Estados Unidos.
Merck Sharp & Dohme también prefirió negociar. La semana pasada llegó a un acuerdo con el Gobierno de República Dominicana, que implica una reducción hasta del 85 por ciento en dos de sus principales retrovirales para tratar el sida. Tailandia, donde el sida es la principal causa de muerte, se encuentra en un proceso similar.
En Colombia , los 150 mil seropositivos aún no han motivado una discusión de tanto fondo como las de tros países. Holguín opina que “en el país no hay genéricos contra el Sida porque el tema no es ni ha sido prioridad del Gobierno”. Por eso, afirma, un tratamiento anual contra este sisión de la Comunidad Andina, que el 14 de septiembre del 2000 suprimio la exclusión de patentes de la que gozaba la lista de medicamentos esenciales de la OMS, unas 500 moléculas básicas para el mantenimiento de la salud mundial.
Por último, Alberto Bravo, presidente de la Asociación Colombiana de la Industria Farmacéutica, reveló que promueve un movimiento para que la Comisión del Acuerdo de Cartagena restablezca la prohibición.
