Internacional – Un destacado virólogo argentino aseguró que “el tratamiento científico y mediático contra el coronavirus contrajo la democracia y aumentó el autoritarismo”

A seis meses de la irrupción del Covid-19, el doctor radicado en Francia, que causó polémica al decir que “el coronavirus no merece que el planeta esté en un estado de parate total” , manifestó una serie de reflexiones acerca de la pandemia, la forma de terminar con el confinamiento, el impacto oculto del aislamiento, la aparición de “profetas” ante el temor a la enfermedad y la muerte, su visión sobre el número de fallecidos y el potencial riesgo de los testeos inmunológicos masivos.

Numerosos estudios han determinado que en los 4 primeros meses del 2020, el número total de fallecidos fue superior al 2019, probablemente debido a complicaciones severas provocadas por el Covid 19, sobre todo en hogares de ancianos. Sin embargo, el número de personas fallecidas es significativamente inferior al de brotes anteriores de enfermedades virales a tropismo respiratorio y no difiere de sobremanera de las del 2018.

El tratamiento científico y mediático de la infección por Covid 19 provocó una neta contracción de la democracia y un aumento cualitativo del autoritarismo, sobre todo en los estados que aprovecharon para poner en práctica leyes liberticidas.Son varios los ejemplos de gobiernos que aprovechando del miedo a morir, atacaron a los defensores de derechos humanos en nombre de la seguridad sanitaria. Este y otro sinnúmero de insultos a la libertad, hicieron que muchos pensadores hayan manifestado que el planeta entró en un estado de sopor y emergencia con el consentimiento de una gran parte de la población, probablemente por un contrato imaginario, en el que el estado los protegerá al que no tenga en cuenta la pérdida de las libertades públicas. Por la ilusión de ser curados por un estado que reprime, no fueron raros los casos de aceptación social de actos de violencia institucional poco cuestionados.

En los últimos 3 meses, los televisores y las radios do inundaron día y noche las almas de la población mundial, anunciando recuentos de muertes provocadas o imputadas a veces sin pruebas de la implicación directa del Covid-19. Todo sucedió como si los medios descubrieran y recordaran durante las 24 horas del día, que los seres humanos somos mortales. Poco a poco, el monopolio sanitarista llegó al clímax de la información en continuo durante varias semanas, haciéndonos entrar en una era de salud responsable, era geológica en la que el supremo y único valor es la fantasía de la eternidad vital.

En el planeta sumido en la obediencia absoluta a predicciones de epidemiólogos, se anestesiaron las ideologías, desaparecieron las injusticias, se esfumaron los sueños de un futuro mejor y hasta callaron los defensores de la presencia de un Creador del Universo. En este 2020, la humanidad fue llevada a aceptar que lo único necesario, vital e importante es asegurarse del acceso a buenos centros de salud con buenos profesionales y bien equipados, con buenos sistemas de protección social, pero con la ilusión oculta que sin un pensamiento crítico se puede hasta esconder el miedo a la muerte.

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