Arturo Umberto Illia, nacido en 1900 y radical desde la Reforma Universitaria de 1918, tuvo una reunión fugaz con Hipólito Yrigoyen a fines de 1928 durante la cual el presidente le aconsejó al flamante médico que dedicara su profesión a los trabajadores ferroviarios. Illia aceptó el convite y eligió Cruz del Eje para desarrollar su tarea. En Cruz del Eje atendió a ferroviarios y no ferro.
En una entrevista brindada por la hija de Illia, Emma, en el programa de Ernesto Tenenbaum, ella explicó algunas costumbres de su padre. Un viaje a Dinamarca le cambió la cabeza. Y regresó al país con prácticas de avanzada para la época. La libertad del cuerpo, la meditación, el budismo y el pacifismo de Gandhi fueron impulsados por un hombre al que los medios llamaban -equivocadamente- “el viejo”
Don Arturo gozó de ese inesperado viaje iniciático de un año y medio a la región menos frecuentada por turistas argentinos en Europa: Escandinavia, gracias a haberle salvado la vida al danés Hansen, el propietario del único auto de Cruz del Eje, un contratista que se hizo rico trazando el camino de 145 kilómetros entre Córdoba capital y ese tórrido paraje cuyos habitantes hablan con más tonada riojana o catamarqueña que cordobesa.
Hansen apareció un día por el consultorio del Dr. Illia y el diagnóstico del médico sonó terrible: difteria. Una enfermedad que era sinónimo de muerte inmediata por aquella época. No había medicamento capaz de revertirla. Illia mandó a comprar 10 barras de hielo y metió a Hansen en la bañera. Un día, dos días, cinco días sometió al paciente a sesiones de hipotermia, hasta que la difteria desapareció.
Hansen le pagó con un viaje a su país de origen: Dinamarca. Illia pasó un año en el norte de Europa y otro medio año en la región mediterránea; en Roma, invitado por el cónsul argentino, concurrió a una cena a la que también asistió el agregado militar, un tal Juan Domingo Perón, que -según les contó Illia a sus hijos- “no hizo más que cantar loas al Duce Benito Mussolini”.
Se casó con la cordobesa Silvia Martorell, tuvo tres hijos -Emma, Martín y Leandro-, emprendió una carrera política, fue elegido senador provincial en 1935, desde la legislatura mediterránea promovió la reforma agraria, llegó a gobernador en 1962 y a presidente de la Nación en 1963.
Una de las principales características que destaca la hija de Illia es su honestidad y honradez, siendo ejemplo de esto el hecho de que Illia vivió casi toda su vida en su humilde casa de Cruz del Eje en Córdoba, donde se dedicaba a la medicina, y que nunca utilizó su influencia a su favor, a punto tal de tener que vender su auto estando en el ejercicio del mando y de negarse a utilizar fondos públicos para financiar sus tratamientos médicos. Luego de su gobierno, mantuvo su activa militancia política, rechazó la jubilación y el hombre que fuera presidente de los argentinos, se ganó la vida trabajando en la panadería de un amigo.
Por otra parte, la hija de Arturo Illia caracterizó el pensamiento político de su padre, y afirmó que el legado principal es su concepto de «revolución democrática».
-¿Cree que el Gobierno miente sobre la historia argentina?, dijo Tenenbaum a Emma, la hija del ex presidente Illia
-Yo escuché a [el jefe del Ejército Roberto] Bendini en un acto cuando dijo los golpes en la Argentina: el del 55 y el del 76. Yo me acerqué y le dije: “Usted tergiversó la historia y mintió, porque no se puede discutir que los radicales también somos argentinos y sufrimos dos golpes de Estado, el del 30 y el del 66”. El se disculpó, pero le advertí que de nuevo estamos con “la historia oficial”. Antes la contaban los militares para un lado, y ahora ellos para el otro. ¡Despierten los argentinos!
