El Himno Nacional Argentino fue escrito por Vicente López y Planes en 1812, compuesto por Blas Parera en 1813 y arreglado por el músico Juan P. Esnaola en 1860. La versión original tiene un coro y nueve estrofas, cada una formada por dos cuartetas
La iniciativa respondía a la creciente popularidad de un himno libertario escrito por el dramaturgo Luis Morante para la obra 25 de mayo –basada en la Revolución de 1810–, la cual se presentaba en la Casa de la Comedia de Buenos Aires.
No queda claro qué pasó con el encargo de Rodríguez, pero la obra de López y Planes se dio a conocer frente al Cabildo en noviembre de 1812.
Tras una ampliación del texto 1813, se modificó el carácter antiespañol de la letra por uno más próximo al espíritu monárquico, ya que Inglaterra se mostraba contraria a la autonomía de las colonias españolas.
El 11 de mayo de 1813 se oficializó la pieza bajo el nombre de Marcha Patriótica. Luego se llamó Canción patriótica nacional, Canción patriótica y, desde 1847, Himno nacional argentino.
En el año de 1860, el músico Juan P. Esnaola realizó un nuevo arreglo musical sobre la composición de Parera, que también se ha reconocido oficialmente.
En 1900, bajo el argumento de dotar al himno de “atemporalidad” y limar asperezas con la diplomacia española, el general Julio Argentino Roca ordenó que las estrofas se redujeran a la primera y última cuarteta. Fue así que el himno nacional argentino alcanzó su forma actual.
Significado
El “grito sagrado” del himno nacional argentino es la frase “¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!”. En esta frase se condensa el sentido fundamental del himno que resume, por un lado, los valores independentistas de la nación sureña, y por el otro, la voluntad de conformar una nación fundada en el resguardo de la libertad para sus ciudadanos.
El anhelo de libertad es consustancial con el imaginario político de la Ilustración, impulsado por los valores de la Revolución francesa de 1789 que proclamaba la consigna de “igualdad, libertad y fraternidad”. Estos son los valores en los que se funda el concepto del Estado moderno y el concepto de la República con separación de poderes. Son metáforas de la igualdad frases como “Oíd el ruido de rotas cadenas; ved en trono a la noble igualdad”.
El imaginario político del siglo XIX, tocado también por ideales románticos, confiere a estos ideales un nuevo sentido presente en el himno argentino: la nación, es decir, la idea de un Estado moderno que coincide con los límites de un pueblo unido en su geografía, lengua y cultura, un pueblo que comparte una “identidad”. Es esto lo que permite a los “libres del mundo” reconocer la existencia de un “gran pueblo argentino”.
El himno invoca la necesidad de que tales valores, merecidos con la inteligencia y el esfuerzo, sean atemporales y que, de esa forma, sean reconocidos y loados. Así, menciona la figura de los laureles, símbolo griego que representa la victoria. El texto expresa, por ende, tanto el deseo de que aquellos logros sean perennes como el compromiso de empeñar la vida en mantenerlos.
Este sentido está presente también en el texto original. Sin embargo, en este se alude la experiencia histórica concreta de Argentina a partir de la Revolución de mayo de 1810, que significó el comienzo de la gesta independentista con respecto al dominio español.
Por Ernesto Bisceglia