Dante Gebel: el pastor que en tiempos difíciles, inspira un cambio positivo a la humanidad

Entrevista a “el pastor de los jóvenes”, donde revela su visión sobre la actualidad y un repaso por la sorprendente historia de un personaje divergente que supo crear un imperio de fe en los Estados Unidos.

Reconocido en el mundo hispano como uno de los oradores más extraordinarios enfocados en la juventud y la familia, capaz de conducir al público por las más fascinantes historias que van desde las risas hasta las lágrimas, Gebel ha sido llamado por la prensa «el pastor de los jóvenes».

Con 3 millones y medio de seguidores en Facebook, casi un millón en Instagram, y un millón doscientos mil suscriptores en sus dos canales de YouTube, a través del programa “Dante Gebel Live” emite sus conferencias a canales de todo el mundo. Además conduce y co-produce junto con Universal Studios el programa “Dante Night Show” que se emite de costa a costa en los Estados Unidos a través de Mega TV. Es aquí donde se consolida como un conductor para toda la familia, llevando a cabo monólogos humorísticos acerca de la vida cotidiana, entrevistas a famosos y reflexiones.

También de lunes a viernes hace “La Divina Noche” por Vórterix.

Dante ha escrito varios libros: El código del campeón; Pasión de multitudes; Las arenas del alma; Asuntos Internos, Monólogos de Dante Gebel; Biblia Héroes, Los Mejores Mensajes I y II, Destinado al éxito, El amor en los tiempos del Facebook y Marea Baja.

Ha realizado varios espectáculos multitudinarios en diferentes estadios de América, a los que llama Superclásicos de la Juventud.

S.P.: Usted es actor, influencer, pastor, conferencista… ¿En cual de esos roles se siente más cómodo?

D.G.: Nunca me ha gustado encasillarme en un solo lugar. De hecho, siempre digo “Solo llámame Dante”, lo demás, el oficio o la profesión va y viene. A veces me toca ser conductor, conferencista, y otros dicen “influencer”, que es un término mas moderno. No me siento que aquello que esté haciendo me defina, necesariamente.

S.P.: ¿Cómo y cuando nace la idea de ser pastor?

D.G.: Es una larga historia que podría resumírtelo así: Yo solo era un simple laico, un conductor de radio. Un día convoqué a los oyentes al estadio Vélez (allá por el 96) y un diario (Crónica) me puso: “El Pastor de los jóvenes”. Así que, me empezaron a llamar así. Luego, muchos años después, me llaman desde la Catedral de Cristal en Estados Unidos y me proponen hacerme cargo de una Iglesia hispana que funcionaba allí; más tarde la Catedral se vende y quedé al frente de unas cinco mil personas en ese entonces que no sabíamos a dónde ir; ahí nació “River; al tiempo compramos un estadio cubierto (un arena) y hace un par de años, me dieron un doctorado Honoris Causa. O sea, en mi caso, fue primero el trabajar y luego vino el reconocimiento, no al revés.

S.P.: ¿Qué encuentran las personas al asistir por primera vez a River Church?

D.G.: Autenticidad. River es un hospital del alma, para gente rota, para gente con problemas. No es un museo de santos, es un lugar de gente en reparación; creo que eso la hace singular, de algún modo. Es un lugar seguro, un hogar.

S.P.: ¿Cual es el mensaje que dejará a la humanidad la pandemia del coronavirus y como enfrenta la iglesia este duro momento?

D.G.: Más que un mensaje, esta pandemia nos expuso como seres humanos. Expuso nuestro carácter, nuestras miserias, nuestras fortalezas. Todo quedó a La Luz. Perdimos las libertades más básicas y nos dimos que cuenta que el mundo puede seguir girando sin nosotros. Finalmente, éramos prescindibles. Mi opinión es que “nadie es ateo bajo fuego enemigo”, frase acuñada por un veterano de la Segunda Guerra Mundial. En este momento, la gente alza sus ojos a Dios, y de algún modo, siente que esto se trata de algo más grande que nosotros mismos, nos excede. El gran tema es qué vamos a hacer a partir que esto se termine; la vida no será tal cual la conocemos. Quedamos expuestos, ahora deberemos pensar que hacemos con aquello que descubrimos de nuestro propio ser. La Iglesia, como el resto de las instituciones, deberá reinventarse, adaptar la manera de llegar con su mensaje. Sin catedrales, sin templos, sin sinagogas, la Iglesia deberá regresar a su hábitat natural, a las calles, que es en donde frecuentaba Jesús.

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