por Eduardo Ceballos
Vamos a repetir lo que decía Arturo Jauretche: “La Argentina ingresa así en la última escala de los países subdesarrollados, en los que la asistencia técnica de los organismos internacionales termina configurando una verdadera intervención extranjera”… eso lo dijo hace casi un siglo y como dice el tango “la historia vuelve a repetirse”. La realidad es la única verdad ¿Dónde está la falla? Los argentinos tenemos falta de equilibrio. El prodigioso tucumano Juan Bautista Alberdi, nacido en 1810, decía: “Debemos crear un sistema que tenga un presidente fuerte, pero republicano y no déspota”. De a ratos tenemos actitudes de virreinato, de a ratos somos república con tres poderes, donde funciona solo uno, el Ejecutivo.
Entre los dirigentes hay ambiciones desmedidas, que se anteponen a los intereses del país. Debemos aprender que todo se consigue con esfuerzo, con sentido común y con solidaridad. Tenemos un bello país, que de a ratos parece subdesarrollado.
El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional no significa beneficio para Argentina. Es una herramienta de dominación. Todo este proceso dejó una gran deuda social. Los que más pierden son los más pobres, los marginados, los excluidos.
Este problema no es solo estadístico, sino más bien, humano. La primacía es saldar la deuda interna, social. Dijo el papa Juan Pablo II: “La pobreza tiene diversos significados. El más inmediato es la falta de medios materiales suficientes. Esta pobreza, que para muchos de nuestros hermanos llega hasta la miseria, constituye un escándalo. Se manifiesta de múltiples formas y está en conexión con muchos y dolorosos fenómenos: la carencia del necesario sustento y de la asistencia sanitaria indispensable; la falta o la penuria de vivienda, con las consecuentes situaciones de promiscuidad; la marginación social para los más débiles y de los procesos productivos para los desocupados; la soledad de quien no tiene a nadie con quien contar; la condición de prófugo de la propia patria y de quién sufre la guerra o sus heridas; la desproporción en los salarios; la falta de una familia, con las graves secuelas que se puedan derivar, como la droga o la violencia. La privación de lo necesario para vivir humilla al hombre; es un drama ante el cuál la conciencia de quién tiene la posibilidad de intervenir no puede permanecer indiferente.”
Debemos trabajar en la construcción de un mismo destino histórico, afianzando la Justicia, para que se respete la ley, se fortalezcan las instituciones y se consolide la democracia, en los valores de la verdad, la vida, la solidaridad, el amor y la paz.
Con esfuerzo, responsabilidad, respeto, entre todos debemos forjar el futuro. Ser reflexivos y observadores del momento histórico que nos toca vivir. Utilizar bien el voto para ir buscando el país que nos contenga a todos y que augure un buen tiempo a las generaciones del futuro. Todo pasa por la educación y la cultura, que empieza por la casa, pasa por la escuela, colegio, universidad y luego se refleja en el diario vivir. En eso sí, debemos imitar a los países de avanzada que preparan a sus jóvenes para que sean productivos en sus causas y por ende, útiles a su patria. Que este nuevo tiempo calendario inspire al pueblo argentino para buscar el camino del desarrollo en un clima de hermandad y afecto. El milagro está en cada uno de nosotros, movilizando la voluntad que da poder para lo grarlo.