Todos los días decenas de turistas llegan hasta la punta del pueblo del Miramar, en la laguna de Mar Chiquita. Allí se encuentra el hotel, que al menos una vez fue -según cuenta la leyenda- visitado por el genocida y asiló a jerarcas nazis. Construido por alemanes que simpatizaban con el nacionalsocialismo, la edificación revive la historia de cómo Argentina fue refugio de nazis y criminales de guerra
No hay foto ni filmaciones. No hay registro en las actas del hotel. No hay ningún documento histórico. Y, sin embargo, el mito sigue vivo: todavía se cree que, a fines de 1940, Adolf Hitler visitó Miramar, Córdoba, en la región de Ansenuza.
Pero, más allá del mito, la simbología del Gran Hotel Viena, un gigante erigido en la punta del pueblo del Mirador, está íntimamente ligada al nazismo: desde la insignia de su águila –que es el escudo de la ciudad de Viena- a la vajilla con la cruz esvástica que desapareció con la caída del nazismo, pasando por su construcción higiénica ligada a la eugenesia –no hay camas matrimoniales, por ejemplo- y de apariencia de rehabilitación clínica y de refugio para criminales de guerra.
Hoy, el Viena es un punto turístico de Miramar, que no es la costa bonaerense sino la segunda laguna más grande de agua salada de Sudamérica y una alternativa de paseo en la provincia a la clásica visita a las sierras.
Hace unos años, en el top 10 de los lugares “más oscuros del mundo”, una revista puso al Viena como el primero en Sudamérica. Aún sin haber sido corroborada por la evidencia fáctica, los testimonios surgidos de la memoria oral y la investigación de algunos periodistas e historiadores sostienen la hipótesis de que el Führer se alojó en el VIP del majestuoso Gran Hotel Viena, construido por alemanes simpatizantes del nacional socialismo.
-La puesta de sol aquí..¡es una maravilla!
Esa frase la habría dicho Hitler frente a la laguna Mar Chiquita, según el relato de uno de sus guardaespaldas. Según Basti, existen, además, fuertes versiones sobre presuntos encuentros entre el Hitler y Perón durante los años 40 en el Gran Hotel Viena. Cierta vez varios habitantes vieron llegar al pueblo unos Cadillac negros que se dirigieron rápidamente hacia el Viena. Ese día, el hotel misteriosamente cerró sus puertas al público. La leyenda cuenta que Hitler arribó al hotel bajo un fuerte operativo de seguridad y se alojó en el VIP, desde donde se habría fascinado con la puesta de sol del atardecer.
“El lugar, luego de un breve esplendor, fue abandonado tras la Segunda Guerra Mundial en una ciudad que fue tragada por el agua a fines de 1970. El rumor que circuló en el pueblo fue que cada vez más criminales de guerra daban vueltas buscando refugio. Y se fascinaban cuando veían un hotel de estilo racionalista, algo que quedó trunco con el paso del tiempo, porque el hotel quedó en ruinas y recién fue abierto al público hace unos años con visitas guiadas tanto diurnas como nocturnas”, cuenta el investigador local Fernando Soto Roland.
Hoy, los visitantes que pasan por Miramar recorren sus ruinas plagada de secretos y misterios y se fascinan con la leyenda: pensar que Hitler puso los pies en el mármol de este gigante de 6.800 metros cuadrados lo convierte en un punto incómodo para los habitantes -hartos de que su lugar quede asociado al nazismo, aunque beneficiados en cierto modo por ello- y en una curiosidad ineludible para el turista ocasional. Porque, claro está, el mal atrae mucho más que el bien.
Fuente: Infobae