Lo que parecía ser una noche normal en el cine, con su esposa y un rico balde de pochoclos, terminó, tiempo después, en una visita de urgencia al hospital. Un bombero de 41 años tuvo que ser operado a corazón abierto luego de sufrir una infección sanguínea potencialmente mortal que se originó a partir de esta “inocente” salida.
Adam Martin, padre de tres hijos y residente de Cornwall, en Inglaterra, sentía molestias en la boca luego de aquella visita al cine en septiembre. Se le habían quedado, entre los dientes, molestos restos de pochoclos. En vez de visitar a un dentista, no tuvo mejor idea que utilizar todo lo que estaba a su alcance para extraerlos.
Durante tres días intentó, sin éxito, con una tapa de lapicera, escarbadientes, alambre e, incluso, un clavo de metal. La comida siguió alojada ahí, pero con un agregado: había dañado toda la encía que lo rodeaba.
Una semana después, Martin comenzó a sufrir sudores nocturnos, fatiga y dolores de cabeza, todos síntomas que él asoció, inicialmente, con una gripe normal. Luego se enteró que eran signos de endocarditis. Una infección que ocurre cuando las bacterias de la boca, la piel, los intestinos y otras áreas del cuerpo ingresan al torrente sanguíneo y se adhieren a zonas dañadas del corazón.

El tiempo pasaba y los síntomas del bombero no disminuían. En octubre fue a ver a su médico, quien le diagnosticó un soplo cardíaco leve y lo envió nuevamente a su casa. Pero al seguir sintiéndose mal, optó por ir al Hospital Royal Cornwall.
“Tenía la sensación de que algo estaba muy mal. Estaba durmiendo mucho y me sentía terrible. Tenía dolores y molestias en las piernas. Cuando ingresé en el hospital el mismo día para las pruebas estaba muy preocupado “, recuerda Martin.
Fue trasladado al Hospital Derriford en Plymouth el 21 de octubre para una operación a corazón abierto que duró más de siete horas en donde reemplazaron su válvula aórtica y repararon su válvula mitral.
