Con más de 2200 afectados y 48 muertos, en Estados Unidos continúa la investigación epidemiológica de lo que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de ese país (CDC, por su nombre en inglés) considera una epidemia de lesiones pulmonares asociadas con el uso del cigarrillo electrónico o el vapeo. La nicotina, el tetrahidrocannabinol (sustancia psicoactiva de la marihuana) y el acetato de vitamina E para “diluir” el THC en los líquidos de esos productos son los primeros “sospechosos” del brote.
“Estamos viendo los efectos inmediatos y todavía desconocemos los efectos en el largo plazo”, comenta Sebastián Fernández-Bussy, que dirige el Servicio de Neumologia Intervencionista de la Clínica Mayo de Jacksonville, Estados Unidos.
Y agrega: “Esta epidemia generó una alarma en el mundo: las autoridades gubernamentales van a empezar a controlar más de cerca el uso de esos productos y tendrán que aplicar las mismas estrategias con las que disminuyeron el consumo del cigarrillo tradicional: la prohibición de consumo en lugares públicos, la política de precios más caros, la restricción del marketing y la publicidad, y la prohibición del uso de los saborizantes (para atraer nuevos consumidores)”.
